"He tenido la satisfacción de que nadie hasta hoy me haya dicho ‘tu pregón está muy bien, pero hay que leerlo'. Ése es uno de los mejores piropos que se le puede decir a un pregonero, porque cuando se dice que hay que leerlo, quiere decir que no se han enterado muy bien de qué iba la cosa". Ésa es la única valoración sobre las reacciones a su pregón que ayer formuló Fernando Cano-Romero.
Durante la presentación del libro del pregón de la Semana anta de 2011, editado por la Obra Social Cajasol, Cano-Romero se limitó a expresar su agradecimiento a cuantas personas han colaborado en hacer realidad esta obra. "Es un libro muy bonito, bien presentado, pero tiene la difícil gestación todos los partos en los que no todos los niños salen guapos, aunque a su madre se lo parezca", bromeó el pregonero sobre la edición impresa de su pregón, los beneficios de cuya venta se destinarán a las Hermanas de la Cruz.
La extraordinaria portada del libro, obra del pintor Daniel Puch, recoge las más íntimas devociones del pregonero: al Cristo de la Buena Muerte de Los Estudiantes y, a sus pies, la Virgen de la Esperanza Macarena vestida a la usanza hebrea. Los diferentes capítulos del libro se ilustran con fotografías de José María Gutiérrez Guillén y se adornan con dibujos y terminaciones de Pepe Asián Cano.
En especial, Cano-Romero mostró su gratitud a quienes han "aguantado estoicamente el mal humor y los ratos de nerviosismo" que la gestación del pregón ha supuesto. "Ellos han acompañado la difícil Calle de la Amargura del pregonero".
Por su parte, el presidente del Consejo de Cofradías, Adolfo Arenas, tildó el oído el domingo en la Maestranza como un pregón "capaz de definirse por sí mismo: un pregón actual sin olvidar que el pregón también es tradición". Arenas dijo que "Sevilla tenía una deuda con Fernando que ahora ha pagado" y añadió que "ahora son los sevillanos los que están entrampados con el pregonero por el valor de todo lo que nos dijo ayer".
La presentación del libro corrió a cargo del párroco de San Lorenzo y capellán de la familia del pregonero, Francisco de los Reyes Rodríguez, quien, al hilo de los titulares de prensa sobre la pieza literaria pronunciada por Cano-Romero, defendió que "el pregón tiene que tener doctrina, porque nosotros no anunciamos una fiesta, vivimos una fiesta". El suyo, dijo, ha sido un pregón "de reserva, de la solera más auténtica, envejecida en las mejores barricas de una vida entregada a su familia y a las hermandades".
