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El Mel jugador, el Mel entrenador y la historia

En 103 años de historia, el Betis había disputado dieciocho partidos oficiales contra el Recreativo en Huelva y había ganado la friolera de cero. Pero entonces llegó Pepe Mel, y con él un equipo en el que da la impresión de que corren hasta los que están sentados en el banquillo, y con sus carreras, su orden y Emana acabaron con el gafe. Ya era hora.

el 04 sep 2010 / 21:22 h.

Pepe Mel, al fondo, entre Cabrera y Pablo Alfaro.
José Mel Pérez ya ha hecho algo que no hicieron Víctor Fernández, Paco Chaparro, Héctor Cúper, Javier Irureta, Fernando Vázquez, Juan Corbacho, Pepe Alzate, Luis Belló, Antonio Barrios o el gran Gómez, el hombre que ascendió al Betis de Tercera a Segunda en 1954. Todos se sentaron alguna vez en el banquillo del Betis y todos fueron alguna vez a Huelva a medirse al Recreativo, pero ninguno fue capaz de ganar allí. El Betis de Barrios, y Del Sol, fracasó en Primera. El Betis de Alzate lo hizo en la Copa. Y el Betis de Gómez sólo empató en el año del adiós a la tortura de Tercera. Pepe Mel acabó ayer con la maldición, con dieciocho fiascos uno detrás de otro. El Betis nunca jamás había ganado al equipo de fútbol más antiguo de España en su campo y eso significa que Mel quizás se merece ya un pequeño hueco en la grandísima historia del club de Heliópolis.

Mel nació el 28 de febrero de 1963. Desde hace treinta años, desde que se aprobó el Estatuto de Autonomía de 1980, su cumpleaños coincide con el Día de Andalucía. Él no es andaluz, es madrileño, pero la sangre le fluye verde y blanca desde que el Betis pre-Lopera, el de Hugo Galera, lo llamó a su teléfono fijo (qué tiempos aquellos en los que no existían los móviles...) y le propuso cambiar las rayas blanquinegras del Castellón por las verdiblancas. No fueron los mejores años en La Palmera, pero su humildad, su esfuerzo y por supuesto sus goles le hicieron ídolo del beticismo. Su apellido, el más corto que se le recuerda a cualquier delantero del Betis, también ayudó. Tiene tantas letras como gol y la afición lo vio muy claro: ‘No diga Mel, diga gol'.

El Mel entrenador quiere y necesita un equipo igual que el Mel jugador para volver a Primera. Humilde, esforzado y por supuesto con gol. De momento lo tiene. Jugará mejor o peor, pero todos corren, todos sudan y casi todos los que tienen que marcar goles los están marcando. Lo que viene siendo un buen equipo de Segunda, vamos. Pero claro, apenas ha recorrido la vigésima parte del camino. Qué lejos queda el final. Casi tanto como aquellos tiempos en los que no existían los móviles.

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