Cultura

El mensaje de la botella

El Archivo General de Andalucía elige como documento del mes la carta que dos soldados australianos lanzaron al mar cuando eran repatriados tras acabar la I Guerra Mundial. El texto acabó en poder del arqueólogo George Bonsor.

el 10 nov 2014 / 12:00 h.

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Sevilla 30/10/2014 exposicion Huellas de la gran guerraFOTO: Pepo H Ocurrió el 4 de mayo de 1919. Un barco australiano de transporte de tropas repatriaba a soldados que habían participado en la recientemente terminada I Guerra Mundial, zarpando de Inglaterra el 30 de abril. Días después, a la vista de la costa de Cádiz, probablemente la primera vez que veían tierra desde que iniciaron el periplo, dos soldados tuvieron la ocurrencia de meter un mensaje de saludo en una botella y lanzarla al mar. Encontrada poco después, se la entregaron al arqueólogo francobritánico George Bonsor, el mismo que vivía en el castillo de Luna de Mairena del Alcor y que por aquellos días excavaba en el yacimiento de Baelo Claudia, en Bolonia. Así pasó a engrosar su singular colección, y así hoy puede verse en la exposición Huellas de la Gran Guerra. La I Guerra Mundial en documentos del Archivo General de Andalucía, instalada en su sede de Almirante Apodaca 4 y abierta hasta el 30 de noviembre en horario de 10 a 14 horas. «La historia no deja de ser una anécdota», explica el director del Archivo General de Andalucía, Joaquín Rodríguez, uno de los responsables también de esta muestra. La curiosidad de la misma, y la posibilidad de verla en el contexto de esta exposición, ha llevado a seleccionar la carta como el documento del mes de noviembre, lo que de paso permite contar su inesperado epílogo: al mostrar el Archivo la misiva en Facebook obtuvo la respuesta de una asociación australiana que reconstruye la memoria del batallón al que pertenecieron estos soldados, lo que ha permitido conocer algo más de ellos y hasta obtener fotografías. Pero volviendo al principio, la imaginación parece llevarnos a un barco lleno de militares en el que la felicidad por el regreso a casa (la guerra había terminado medio año antes, en noviembre de 1918) se mezcla con el aburrimiento de los largos días de navegación. La embarcación, el H.M.A.T. (His Majesty’s Australian Transport) Karagola, ha recorrido Portugal de cabo a rabo y se adentra en el Mediterráneo buscando el Canal de Suez. Acercándose al Estrecho de Gibraltar, los viajeros ven tierra y alguien tiene la ocurrencia. Se escribe un breve texto de saludo y se lanza al mar, dando comienzo así a una historia cuyo final se ha conocido casi un siglo después. Así, se ha podido saber que el Karagola repatriaba al 40 Batallón de Infantería de la 3ª División Australiana, una unidad con base en la región australiana de Tasmania que combatió en el frente occidental de la Gran Guerra (1914-1918). La nave arribó a su destino final el 10 de junio de 1919 y fue más de un mes antes, el 4 de mayo, cuando los soldados Charles Frederick Reid y Michael Leo Connors tuvieron una idea tan novelesca como la del mensaje en la botella. El texto arranca con el pequeño epígrafe de Al mar, incluye la fecha y el lugar en el que ha sido redactado (H.M.A.T. Karagola) y no puede ser más sencillo e inocente: «Con los mejores deseos y los saludos de los chicos del 40th. Batallón de las Fuerzas Imperiales Australianas. Si alguna persona encuentra esta nota, por favor escriba a cualquiera de los dos firmantes», y para ello los soldados C.F. Reid y M. Connors incluían sus respectivas direcciones. La botella fue encontrada a los seis días, el 10 de mayo, por un tal José Sánchez Pelayo, del que no se sabe nada. Esto se sabe gracias a que la carta incluía este dato en una anotación a lápiz «casi borrada y que hemos podido ver con luz ultravioleta», reseña Joaquín Rodríguez. Es de suponer que la nota la escribió el propio George Bonsor, al que le entregaron el texto sin que se sepa exactamente cuándo, cómo y por qué. De excavación. Esto último parece más fácil de reconstruir, ya que por entonces el arqueólogo estaba en su tercera campaña de excavaciones en Baelo Clauida, y no es de extrañar que le hicieran llegar la misiva al estar escrita en inglés y tratarse Bonsor de un intelectual (británico, para más señas) bastante conocido en la zona. La carta acabó en su colección personal, de la que en esta exposición se exhiben numerosos documentos que, pertenecientes al Fondo Bonsor del Ayuntamiento de Mairena del Alcor, tiene en depósito el Archivo General de Andalucía. El rocambolesco final se escribió hace pocas semanas, cuando al publicarse la carta en Facebook el Archivo fue contactado por el sitio web 40th Battalion 1st AIF 1916-1918, que trabaja por la recuperación de la memoria de las tropas de Tasmania que lucharon en la I Guerra Mundial. «Consultaron su base de datos y de uno de los soldados que lanzaron la botella no tenían información, pero del otro sí y hasta dos fotos», en concreto de Charles Frederick Reid, que hicieron llegar para incluirlas en la exposición. Como no consta que Bonsor escribiera de vuelta, la casualidad ha querido que 95 años después se hiciera realidad el deseo de estos dos militares de que su carta sirviera para que contactaran con ellos, aunque el mensaje de vuelta haya llegado a través de un sistema, internet, que nunca pudieron llegar ni a imaginar.

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