Cultura

'El Mesías' al fin y al cabo

el 22 dic 2010 / 23:14 h.

Robert King dirigió anoche 'El Mesías participativo' en el Maestranza.

Durante bastante tiempo a cierto sector de la crítica la idea de un Mesías reflorecido con centenares de voces le pareció poco más que una herejía. Y sí, es posible que la ortodoxia no sea una medalla que pueda colgarse El Mesías participativo que anoche se escuchó (y hoy se repite) en el Teatro de la Maestranza. Pero como invocación de la Navidad y reiteración de una costumbre un tanto prescindible bien vale el espectáculo.

Atrás quedó aquella época en la que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) se propuso dar a conocer cada año por estas fechas algunas obras relacionadas con la celebración. Grandes partituras como La infancia de Cristo de Berlioz o Una cantata de Navidad de Honegger pasaron por los atriles glosando magníficamente el solsticio de invierno y, de camino, enriqueciendo el conocimiento de los melómanos.

Pero he aquí que llegó La Caixa y lo que una vez fue una buena ocurrencia se erigió en tradición. Menos mal que, como poco, los adalides del proyecto se empeñan en que este Mesías, por más que en ocasiones gritón y anticelestial, cuente en el escenario con los mejores mimbres posibles. En esta ocasión Robert King volvió a la partitura -una década después de ofrecérnosla en este mismo escenario- acompañado por el Coro del King's Consort, una agrupación de referencia en el ámbito de la música antigua y más específicamente en los retruécanos barrocos de Purcell y Georg Friedrich Haendel.

En contra de lo que viene siendo norma común en algunas versiones historicistas, King no firmó una lectura especialmente rápida de la obra, algo que se percibió desde los primeros compases de la Sinfonía. De alguna forma quiso replegarse a la mayor gradación dinámica que permite la orquesta moderna para aprovechar el dramatismo inherente a un sonar al que sí impuso algunas normas elementales para acercarse en fidelidad al texto: ausencia de vibrato, estratificación de los distintos planos y tratamiento cuasi solista de cada una de las familias instrumentales.

Como influenciado por el carácter más germanizante que italiano de la partitura, el bajo David Wilson-Johnson atacó con extrema seriedad arias como la brillante The trumpet shall sound y The people that walked in darkness. De muy hermosa voz aunque sin una gran capacidad de proyección fue el contratenor suizo Terry Wey, quien sustituyó en último momento a una indispuesta contralto Hilary Summers, lo que redundó en un grado más de autenticidad en lo que a la ejecución de la obra se refiere.

Correctas aunque sin gran trascendencia fueron las aportaciones del tenor Joshua Ellicott mientras que la soprano Claire Debono evidenció apuros en el calado de las notas agudas aunque se sobrepuso en el aria final If God be for us, dicha con fluyente naturalidad.

Ovación para el King's Consort, oscurecido por el torrente de voces que le acompañó. En Since by man can death demostraron -a solas- el magnífico instrumento que constituyen. Robert King, por su parte, animó con su expresión corporal la interpretación de la obra y marcó con pulso diáfano los ritmos. La Camerata Vocal Concertante, el Orfeón Portuense y los Coros de la Sociedad Musical de Sevilla y de la Universidad de Huelva estuvieron ahí, gozando y dando lo mejor de sí. Y aunque se prefiera un Mesías más sacro que este henchido de decibelios, al fin y al cabo, ya se hacía en época de Haendel.

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