El pasado 16 de septiembre las puertas de la estación Puerta Jerez se abrieron y sus escaleras mecánicas comenzaron a funcionar, pero aún hoy el olor a limpio invade el subsuelo. Las escaleras relucen en un espacio de grandes dimensiones. La ausencia de servicios públicos, fuentes de agua, máquinas expendedoras o kioscos de prensa le da al lugar un cierto halo de soledad y vacío que inmediatamente se ve llenado por los cientos de usuarios que a diario utilizan la línea 1.
Hace tan sólo un año llegar desde el centro histórico de Sevilla al Aljarafe en diez minutos era casi una utopía. Ni el coche ni el autobús pudieron obrar tal milagro, para desgracia de muchos sevillanos que vieron su paciencia expuesta al límite día tras día. Sin embargo, con la llegada del Metro a la ciudad algunos usuarios admiten que apenas les da tiempo a leer cinco páginas del libro que tienen entre manos."Antes tardaba una hora en llegar a Mairena" comenta Antonio Torres mientras espera a que llegue el Metro en la estación de Puerta Jerez. "Ahora en nueve minutos me planto en casa." La sonrisa casi le llega de oreja a oreja, y lo mismo le pasa a Estefanía Traverso, una estudiante de Arquitectura de 22 años que tarda en llegar "de Reina Mercedes a Los Remedios", donde vive, "sólo cinco minutos".
El tiempo es un factor que juega claramente a favor del Metro de Sevilla, del de Madrid y del de Pekín. Pero, a diferencia de esos otros medios de transporte de alta velocidad nacionales e internacionales, el de Sevilla está de estreno y los de aquí aún se están acostumbrando a dejar salir del vagón antes de entrar, a ponerse en fila a la derecha de las escaleras para los que vayan con prisas puedan pasar, y a eso de las tarifas, los tramos y los bonos.
"Falta cultura de Metro", asiente un trabajador de la estación Puerta Jerez. Para ayudar a crearla y para resolver cualquier tipo de duda trabajan muchos como él, y lo harán durante un mes. "Hasta que la gente se acostumbre del todo", comenta Sandra, otra trabajadora. "Algunos llegan muy desorientados."
Los que esperan, nunca más de seis minutos, hablan entre ellos, leen el periódico o el libro que traen de casa. De repente, un estruendo ensordecedor irrumpe en la estación: Es la llegada del Metro, ya está aquí, aunque haya dejado a todos medio sordos.