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El miedo a perder el hogar

Barrio de Begoña. Son las 10 de la mañana. Claudia, una mujer divorciada con un hijo menor a su cargo, prepara el desayuno en la cocina. Puede que el de ayer sea uno de los últimos que realice en su piso de la calle Guadalcanal 5. (Foto: Antonio Acedo)

el 15 sep 2009 / 01:41 h.

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Barrio de Begoña. Son las 10 de la mañana. Claudia, una mujer divorciada con un hijo menor a su cargo, prepara el desayuno en la cocina. Puede que el de ayer sea uno de los últimos que realice en su piso de la calle Guadalcanal 5. A las 13.00 horas tenía lugar el juicio cuya sentencia determinará si debe abandonar su vivienda o si, por el contrario, se libra del desahucio que pesa sobre ella. La decisión judicial aún tardará unos quince días.

En 2000, llegó a este piso con la "ilusión de tener un hogar". En marzo de 2007, esta ilusión se desvanecía. Claudia comenzó a recibir notificaciones del fin de su contrato de arrendamiento. Desde entonces, "esto ha sido una lucha constante: nos devuelven el dinero de las mensualidades, nos llevan a juicio y no nos ofrecen nada", asegura esta mujer, quien explica cómo han sido los hijos del dueño del bloque, ya fallecido, quienes "quieren deshacerse de todos nosotros". Ésta es una de las víctimas de la fiebre inmobiliaria que está provocando el desalojo de numerosas familias de barrios como el de Triana, San Bernardo o éste de Begoña, en la zona de la Macarena. En total son 25 las familias afectadas.

Familias como la de Manuel Díaz, que desde el miércoles duerme en la calle después de que los propietarios del piso que él tenía alquilado en la calle Alfarería 138 cambiaran la cerradura y le dejaran sin hogar. Su última esperanza es la reunión que hoy mantendrá con Otainsa, la Oficina Técnica de Atención al Inquilino en Situación de Abuso, en la que se intentará buscar una solución. Mientras tanto, la Oficina rehúsa hacer ninguna valoración al respecto.

Por su parte, la promotora responsable de este edificio, Renta Antigua López-Brea, señala: "Se ha cumplido la legalidad vigente al pie de la letra". Así lo ha indicado la letrada de la propiedad, Paula Valera, quien, además, ha señalado que "no se puede vivir de alquiler durante toda la vida. Los contratos tienen un fin y el de Manuel, había terminado".

"Con el corazón en un puño", vive Juan Manuel León. Con 61 años, este vecino de Claudia en Guadalcanal 5, espera impaciente la llegada del 15 de abril. Ese día será su juicio para determinar si es desalojado o no del piso que ocupa desde hace 22 años. "Soy el más antiguo de los vecino del bloque", asegura con voz apesadumbrada este hombre que, debido a sus constantes y graves problemas de salud ha visto cómo se aplazaba ya una vez el juicio.

"Desde junio no me cogen los 227 euros mensuales que yo pago por mi alquiler", explica Juan Manuel. Por ello, los envía al juzgado, "para que quede constancia de que yo pago". A este hombre le ofrecen que compre el piso por más de 180.000 euros, treinta millones de las antiguas pesetas, "una cantidad que, con mi paga, yo no puedo abonar; me quedaría en la calle", señala Juan Manuel. "Ya sólo estoy a la espera del juicio para ver qué pasa al final".

A la espera también se encuentra Esperanza, vecina de Claudia y de Juan Manuel. A sus 81 años, esta anciana, que vive sola, está esperando que le llegue la notificación de desahucio, pero, al contrario que sus vecinos, ella tiene un motivo distinto. A ella Otainsa sí le aseguró en una reunión mantenida el pasado enero que la realojaría en un nuevo piso. "Como mi madre es tan mayor nos dijeron que le darían otro piso en la zona de Pino Montano o San Jerónimo", explicaba su hija Vicenta.

A Juan Manuel, Esperanza o Claudia sólo les queda esperar. De momento, como sentencia esta última: "Resistiremos".

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