Salud

El milagro de la vida

El retraso en la búsqueda de un hijo motiva, en parte, los casos de infertilidad. Centros de reproducción asistida como el Bionac, en el hospital Victoria Eugenia, propicia una segunda oportunidad para cumplir el sueño de ser padres

el 15 jul 2014 / 11:44 h.

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Una de cada seis parejas padecen problemas de fertilidad. Una situación que va en aumento, motivado sobre todo por la edad –España es el país de la UE donde se aborda la maternidad más tardíamente–. La mujer nace con una reserva ovárica limitada, que empieza a escasear al cumplir una edad. Cuando se alcanza los 37 o 38 años, empiezan las dificultades para ser madre. Una línea roja a la que los que ansían tener un hijo se acercan cada vez más, fruto de una inestabilidad económica que les hace dudar a la hora de embarcarse en el sueño de ser padres. Y es que el reloj biológico es clave, algo que avisan en las propias clínicas de fertilidad: la mujer tiene un número de ovocitos y en cuanto se acaban no se puede hacer nada, salvo acudir a otras fórmulas –como la ovodonación–. Marco Toschi y Jose Manuel Navarro Pando, en una de las salas del Bionc, en el Hospital Victoria Eugenia. / Foto: J.L.Montero Marco Toschi y Jose Manuel Navarro Pando, en una de las salas del Bionc, en el Hospital Victoria Eugenia. / Foto: J.L.Montero En ese deseo, las parejas acuden a centros de reproducción asistida, que proliferan en la capital hispalense. Entre ellas se encuentra el centro dedicado a la reproducción asistida Bionac, situado en el hospital Victoria Eugenia –en la Ronda de Capuchinos–. La unidad cuenta con el aval que supone una tasa de éxito de embarazos (64%) superior a la media nacional (40%), según los datos ofrecidos en 2013 por la Sociedad Española de Fertilidad. Una tasa que los propios responsables del centro han actualizado ya al 68%. El centro nació en 2009 de la mano de los doctores José Manuel Navarro Pando y Marco Toshi, que exportaron a Sevilla el modelo americano en tratamiento de la fertilidad. Un modelo que parte de algo sencillo –y a la vez tan complicado– como tratar de manera individualizado cada caso de las parejas que acuden a su consulta. De ahí nació Bionac, que adapta las tecnologías y los tratamientos a cada paciente. «Queríamos poner a disposición un centro distinto, que no sólo sea un servicio de calidad, sino que se trate desde un punto de vista humano», apuntó Toshi, el embriólogo de la unidad. El procedimiento se inicia con una primera consulta que no se limita a la mera exposición del caso de la pareja. Allí, además de conocer el historial clínico de ambos y sus antecedentes, se realizan unas primeras pruebas a la mujer, entre ellas una exploración ginecológica. Todo ello sirve de base para emitir una primera estrategias, de qué alternativas hay sobre la mesa. En ese dictamen inicial, se plantea que la pareja, que en esta situación «se encuentra algo perdida», tenga en su mano toda la información y datos posibles. Después llegarán el resto de pruebas, que no sólo se limitan a la mujer –a las que se somete a estudios continuos que incluyen análisis y ecografía–, sino también al hombre, al que se le hace un estudio sobre la calidad de sus espermatozoides (seminograma). Mientras, se realiza una estudio de la evolución del embrión para detectar cuál es el momento más idóneo para su implantación. En ese sentido, no importa el día que sea el más adecuado. Bionac está preparado para transferir los embriones las 24 horas y los siete días de la semana. «Se selecciona el día más adecuado, cuando el embrión es de más calidad y puede haber una tasa de éxito mayor», recalca Toshi, que insiste en que el objetivo es que todo el centro se adapte a cada caso.   psicología. El tratamiento, además, no se centra sólo en la mujer. Según explica Toshi, la búsqueda de un hijo debe partir de la premisa de que el problema no es de uno, sino de la pareja en su conjunto. Es el punto de partida para superar una situación que es casi como un duelo para la pareja y que, en ocasiones –las menos–, puede derivar en ruptura. Esas parejas se enfrentan a «un fuerte impacto social». En su entorno, tanto el círculo de amistades como el lugar de trabajo, que tienen más o menos su edad, los embarazos suelen ser tema de conversación. Amigas que se quedan encinta o que tienen como centro de debate el cuidado de sus hijos. Y la pregunta fatídica: «¿Y vosotros cuando vais a tener un hijo». Una frase que martillea la moral de las personas con dificultades para procrear. Para ello, además de los servicios médicos, Bionac cuenta con un servicio de psicología, que atiende las necesidades personales de la pareja, que cuando llegan a este centro ya han pasado por varias fases: desde intentarlo de la manera natural hasta acudir a la Sanidad pública u otros centros de fertilidad. En esa línea, Toshi señala que muchos de los casos que acuden a sus consultas son de parejas que no han encontrado solución en otros centros al tratarse de casos complejos. Los tratamientos más frecuentes son la fecundación in vitro –la fecundación de ovocitos por los espermatozoides fuera del cuerpo de la madre– y la microinyección espermática –una variante–. Además, el equipo de Bionac trabaja en varias líneas de investigación, que van desde la mejora de la criopreservación de los ovocitos de la mujer hasta la búsqueda de soluciones a la endometriosis, una enfermedad que, pese a sus efectos, no ha sido suficientemente estudiada en España.

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