El Ayuntamiento se ha encontrado por casualidad con que tiene un molino más de lo que creía. A los 24 que jalonan el Guadaíra se acaba de incorporar uno que se creía desaparecido, pero que resulta que estaba escondido bajo otra construcción. Encima presenta un buen estado de conservación.
El Ayuntamiento adquirió hace unos meses una de las pocas granjas que aun permanecían intactas en el cauce del Guadaíra, con la idea de adecentarla e incorporarla al paraje verde que se ha creado en el entorno del puente del Dragón. La sorpresa saltó cuando, en las obras para eliminar esta construcción agraria, se comprobó que tras sus muros se conservaba intacto un molino de los de cubo que se creía desaparecido.
El técnico municipal Francisco Mantecón asegura que se trata de una construcción de la que "se conoce muy poco", de hecho sólo el historiador local Francisco García Rivero habla en una de sus obras del uso de este peculiar edificio, conocido como molino de Vadalejos o Guadalejos. García Rivero explica que el molino trabajaba con el agua proveniente de la fuente de la Judía, prácticamente pegada a él y que a final del siglo XIX la Compañía Inglesa de Aguas (The Seville Water Works Company) captó aguas de esta fuente para enviarlas a Sevilla. En el mismo documento revelaba que el molino de Vadalejos seguía activo como casa de la huerta anexa a la fuente.
puesta en valor. Tras el reciente descubrimiento del molino, el Ayuntamiento ha procedido de inmediato a restaurarlo, ya que además la construcción se encuentra en muy buen estado, por lo que se ha incorporado a la zona verde que rodea al puente del Dragón.
Junto a las obras del molino se ha recuperado también la fuente de la Judía y el depósito de agua que se usaba para abastecer de agua de forma continua a esta construcción. Al parecer, según García Rivero, esta construcción fue tapada hace años y los ciudadanos se manifestaron para recuperarla. La que se ha rehabilitado ahora es una que construyó la Compañía Inglesa de Aguas junto a la antigua, y aún pueden observarse los bancos donde se sentaba la gente para refrescarse y una lápida de mármol con una frase del poeta Horacio.
