Sevilla no es una provincia viticultora, de hecho la producción de uvas tan sólo alcanza el 3% del total de Andalucía. Los vinos que aquí se producen gozan del reconocimiento que conlleva una denominación de origen. A pesar de todo, hay caldos únicos, como demuestra cada año el mosto del Aljarafe.
Pero no siempre fue así, en el siglo XVI los marineros que partían hacia América llenaban las bodegas con vinos de las tierras albarizas del Aljarafe. Mezclar agua con vino para que la primera no se corrompiera era el mejor pretexto para hacer más llevaderas las largas travesías hacia el continente americano.
Los romanos también se percataron de la fertilidad de estas tierras, ya que eran conocidas en esta época con nombres como "la vergentum romana" o "la huerta de Hércules". Y es que en el tesoro del Carambolo se han encontrado ánforas que contenían este preciado líquido.
Cuenta José María Gallego-Góngora, regente de las catenarias de Bodegas Góngora de Villanueva del Ariscal, que en el siglo XVI se contabilizaban hasta 90 lagares y bodegas en la zona. Hoy día, muchos de los viñedos se han sustituido por grandes urbanizaciones y la producción se reduce a unas pocas bodegas como Góngora, Salado o Patacabra.
Sin embargo, de esta larga historia de tradición vinícola aún quedan excelentes vinos finos y generosos, así como caldos muy afamados como el mosto del Aljarafe, que se ha convertido en los últimos tiempos en un importante reclamo turístico al llegar otoño. Y es que "por San Andrés vino o vinagre es", dice el refranero.
Lo peculiar del mosto del Aljarafe es que ni siquiera lo es. El mosto es el zumo de uvas sin fermentar y éste fermenta en botas durante, al menos, 40 días. En realidad es un vino joven de unos 12 grados, reconocible por su turbidez y picor característico que deja en el paladar.
Bodegas centenarias. El corazón de mosto aljarafeño se encuentra en el conocido como triángulo vinatero, que forman los actuales municipios de Umbrete, Villanueva del Ariscal y Espartinas. Aquí se localizan varias bodegas centenarias que producen y distribuyen a tabernas del resto de municipios como Valencina, Bormujos, Benacazón u Olivares.
Algunas, también en la centena albergan sus propias botas, "porque el mosto nuevo desprende un aroma muy característico y agradable que le gusta a la gente" explica Gallego-Góngora.