En términos periodísticos podría afirmarse que Francisco Chacón es los ojos de la Expo 92. Pero en el rótulo de su puerta se indica que, en realidad, es el responsable de la oficina técnica de Agesa del diseño gráfico. Discusiones nominativas aparte, Chacón lleva dedicado cuatro años a la exposición universal y por su despacho de trabajo han desfilado ya 150.000 imágenes. Su encomienda pasa por revisarlas, seleccionarlas y digitalizar las de mayor interés. Pronto (... es un decir, 20 años después de la muestra cabría decir aquello de más vale tarde que nunca) podrá conocerse al completo esta parte clave del legado documental de un acontecimiento histórico.
–Exactamente, ¿de cuánto material fotográfico relacionado con la Expo 92 estamos hablando?
–Podría afirmarse que la cifra es superior a 150.000 imágenes, todas ellas originales en diversos formatos, tamaños y mayormente diapositivas enmarcadas de muchos tamaños, además de películas de negativos en blanco y negro y en color.
–Todo ese material estuvo durmiendo demasiado tiempo el sueño de los justos, ¿no?
–Como en todas las empresas se priorizan unos proyectos y actividades sobre otros y Agesa tomó la iniciativa de la digitalización del fondo fotográfico hace unos cuatro años. Realizamos una primera evaluación de su contenido y en un primer avance se detectó que, en muchos casos, existían imágenes repetidas por secuencias próximas, por lo tanto tuvo que hacerse una selección previa de las mismas.
–¿Barajan sacar a la luz todo ese archivo?
–En la actualidad ya se ha dado el primer paso y se permite a personas (físicas o jurídicas) interesadas en obtener imágenes sobre la Expo 92 que puedan acceder a nuestro fondo de imágenes con el objetivo de visualizar y seleccionar imágenes del mismo. Evidentemente esto hay que hacerlo de una manera ordenada, para lo cual se han establecido unas condiciones generales de explotación de los derechos de cesión de uso de las fotografías y a través del propio departamento comercial de Agesa, se atienden y canalizan las peticiones que nos llegan.
–No negará que el acceso al catálogo sigue resultando bastante farragoso...
–Ya estamos estudiando la posibilidad de llevar a cabo otras formas de comercialización –a través de la web o de otras plataformas especializadas– que extienda y amplié las posibilidades de acceso al fondo fotográfico. De momento la atención se realiza en el Pabellón de la Navegación, lugar en el que se encuentra el fondo ya digitalizado.
–¿Se ha encontrado con imágenes que hoy, dos décadas después, pudieran resultar especialmente llamativas?
–Yo diría que volver a ver estas imágenes es algo parecido a abrir ventanas del tiempo que nos permiten rememorar recuerdos gratos a cada uno de nosotros. En ese sentido todo el fondo documental resulta singularmente llamativo contemplado hoy.
–¿Cuál es su criterio a la hora de valorar qué se digitaliza y qué vuelve al cajón?
–Las imágenes más significativas han sido digitalizadas y únicamente se han desechado aquellas que mostraban alguna duplicidad o manifestaban una secuencia repetitiva.
–Insisto con el acceso público al archivo. Habrá miles de sevillanos que se vean retratados en esas imágenes...
–Por supuesto que sí. Pero, como ya indiqué, el fondo fotográfico se encuentra a disposición del público y, espero que pronto, también tenga una disponibilidad internacional. El mundo debe y merece conocer el legado fotográfico de la Expo 92.
–¿Cuántas fotos le mantienen ocupado durante una jornada de trabajo?
–No podría darle un número exacto. Hasta la fecha se han digitalizado aproximadamente 40.000 imágenes. Los archivos se han catalogado en cerca de 300 carpetas divididas en áreas temáticas, obras de infraestructura, urbanizaciones, edificios de la organizadora, pabellones temáticos, pabellones nacionales e internacionales, eventos, ambiente, espectáculos y vistas aéreas.
–Imagino que estar todos los días en contacto directo con lo que fue la Expo 92 le hará especialmente nostálgico de lo que supuso aquel fasto...
–Así es. No cabe duda de que el tiempo de trabajo de la Expo 92 dejó huella en nosotros. Yo me incorporé mucho tiempo atrás, como delineante, en la caracola número 6 de la división de proyectos que todavía hoy se conserva como sede de las oficinas de la Gerencia Municipal de Urbanismo. Allí comprobé cómo tomaban cuerpo los primeros master plan de la isla de la Cartuja, de forma que, del papel, se iban metamorfoseando y haciéndose una realidad pisable y tangible en forma de infraestructuras.
–¿Hay alguna imagen que haya tenido que devolver al archivo por el flaco favor que haría a su protagonista?
–Pocas imágenes hemos dejado en el cajón, pero eso sí, muchas nos dejan la tristeza de algunos edificios que nos hubiera gustado poder seguir contemplando en la actualidad y que sin embargo fueron demolidos. Nos queda el consuelo de sus imágenes que, digitalizadas, permanecerán para siempre.
–¿Qué es lo que más se fotografiaba en la Expo 92?
–Sin duda la cabalgata, el espectáculo del lago y las atracciones de calle se llevaron miles de disparos.