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El nuevo Petrovic irá a Portland

Necesitaba darle un título de fuste a su club de toda la vida para marcharse tranquilo a la NBA. Rudy Fernández, un jugador espectacular con un carácter de ganador insobornable, ya es campeón de Copa con la Penya y puede seguir los pasos del mago de Sibenik, que jugó en la franquicia de Oregón.

el 15 sep 2009 / 00:12 h.

Necesitaba darle un título de fuste a su club de toda la vida para marcharse tranquilo a la NBA. Rudy Fernández, un jugador espectacular con un carácter de ganador insobornable, ya es campeón de Copa con la Penya y puede seguir los pasos del mago de Sibenik, que jugó en la franquicia de Oregón.

Aíto García Reneses está reputado como el mejor entrenador del baloncesto nacional. El veterano técnico madrileño no quería dejar pasar la ocasión histórica de volver a pescar un título importante. Hacía once años que no ganaba la Copa pero sabía que con Rodolfo 'Rudy' Fernández (Palma de Mallorca, 4-4-1985) todo era posible. Frenó las ansias de su escolta por marcharse a la NBA con la promesa de facilitar su salida en cuanto engrandeciese el palmarés de la Penya. Tras la final copera frente al Tau, en la que anotó 32 puntos, el camino ha quedado despejado.

El pasado verano, el joven internacional español pudo marcharse a la liga norteamericana. Los Phoenix Suns lo eligiieron en la primera ronda del draft con el número 24 y enseguida traspasaron sus derechos a Portland Trail Blazers, que pretendieron incorporarlo. Tenía 22 años, la edad con la que suelen debutar en profesionales los 'rookies' procedentes de la competición universitaria.

Aíto, sin embargo, tenía otros planes para él. Le prometió que construiría a su alrededor un equipo competitivo con el que disputarle los honores a los mejores conjuntos de la ACB. También el calendario internacional cooperó con el plan del entrenador madrileño. El próximo verano, en Pekín, Rudy Fernández quiere cerrar con una medalla olímpica el ciclo virtuoso con la selección española que ganó el título mundial en 2006 y fue subcampeona de Europa en 2007. Las franquicias de la NBA son inmisericordes en este sentido y era más que previsible que a un novato le pusieran problemas para estar en China.

Querido y odiado.

Un hipotético fichaje por el equipo de Port- land, el primero en el que militó el malogrado Drazen Petrovic en América, completaría el paralelismo con el jugador croata, ya que todo el mundo ve en Rudy Fernández su sucesor. Y no porque su forma de jugar se asemeje a la de la desaparecida estrella (apenas se parecen en que ambos son escoltas), sino por el carácter de ambos. Como Petrovic, Rudy Fernández es un jugador que no sólo está obsesionado con ganar. Él también encara cada partido como una batalla personal en la que mostrar su supremacía sobre todos los rivales. Si va ganando por quince puntos, mataría por vencer por veinte. Si lleva treinta tantos anotados, perseguiría hasta el fin del mundo el último balón para sumar una canasta más. Por ello, el crack verdinegro es tan admirado por los aficionados de su equipo como vilipendiado por sus rivales, lo que sin duda constituye, en su caso, un factor de motivación.

En Portland, además, tendrá la posibilidad de reeditar con Sergio Rodríguez los espectaculares 'alley hoops' que ambos ejecutan cuando se ponen la camiseta de España. Pepu Hernández los saca del banquillo cuando el partido se pone tristón para inyectarle al equipo nacional las enormes dosis de adrenalina que estos dos jóvenes inoculan con su baloncesto agresivo. En el deporte de la canasta es tan importante el estilo como la eficacia y Rudy Fernández sabe conjugar a la perfección ambas cosas. Por eso, los norteamericanos están locos por tenerlo entre ellos.

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