Cultura

«El ‘ocaso’ es a lo bestia»

El director de escena de ‘El ocaso de los dioses’, Carlus Padrissa (La Fura dels Baus), alaba la altura de miras de Pedro Halffter al haber apostado por la ‘Tetralogía’ wagneriana que culmina con el mayor espectáculo de toda la saga.

el 10 jun 2014 / 22:53 h.

CARLOS PADRISSA Carlus Padrissa (La Fura dels Baus), fotografiado ayer durante los ensayos de ‘El ocaso de los dioses’ en el Teatro de la Maestranza. / José Luis Montero Nadie hubiera apostado hace años que aquellos transgresores artífices de La Fura dels Baus, además de mover a su antojo a las masas en sus macroespectáculos, además de rebozar al público en fango y convertir al respetable en carnaza con la que se ensañaban sus actores, iban a erigirse en nombres capitales en la historia de la ópera. Dos de aquellos fureros, Álex Rigolá y Carlus Padrissa, se salieron por la tangente sin provocar cisma alguno.Siguen respondiendo al nombre de La Fura dels Baus, pero mientras que la carrera del grupo continúa, la ópera se ha convertido en santo y seña de su identidad actual. Padrissa es precisamente el padre escénico de toda la traca visual que, en estos cuatro años, el público del Teatro de la Maestranza ha ido contemplando mientras se sucedían los diferentes capítulos de El anillo del Nibelungo de Wagner. Y si una huelga de los músicos no lo impide, este conocerá su conclusión los próximos 14, 17 y 20 de junio con El ocaso de los dioses. «Esta que vamos a ver es la más complicada de las cuatro; la más comprometida tecnológicamente, pero me sigue dando una muy buena onda», dijo ayer Padrissa, quien ha confiado el grueso de las tareas de reposición a Alejandro Stadler. Antes que envejecer, la visión furera de la obra cumbre wagneriana «se crece». Estrenada en 2007 por encargo de las óperas de Valencia y Florencia, Houston (EEUU)será la próxima ciudad cuyo coliseo se ha interesado por reponer la escenografía de La Fura. Pero mientras esta sigue su curso, Padrissa no descansa. Se encuentra inmerso en la preparación de Benvenuto Cellini, de Berlioz, va a estrenar Elektra, de Strauss, en Umea (en pleno Polo Norte) y da los últimos retoques por teléfono de cara a la presentación de Muros, el nuevo espectáculo teatral de lenguaje furero que se estrena el mes que viene en Barcelona. En la pista de lanzamiento está también Cantos de sirena, ópera contemporánea que verá la luz en 2015. «No hay nada más grande que la ópera, donde hay tanta belleza y se juntan tantas disciplinas. Pedro Halffter, el director del Maestranza, fue valiente al apostar hace cuatro años por Wagner y por nosotros. Creo que entre todos hemos llevado este teatro a la mayoría de la edad», aseguró ayer en plena revisión de la imponente maquinaria escénica que articula esta escenografía. Por medio se ha cruzado una amenaza de huelga. La segunda para La Fura. La primera le pilló hace dos años en el Colón de Buenos Aires, teniendo que representarse El Gran Macabro, de Ligeti, con piano y percusiones en lugar de orquesta. «Es una gran putada el lío que vive el Maestranza. Esperamos no tener que oír todo El ocaso a piano. No, no. El ocaso tiene que hacerse. Confío en que en los músicos haya la grandeza necesaria para no torcer este proyecto, para que no se lo carguen», opina. También tiene su propio juicio sobre el nivel de la Sinfónica:«No es la misma orquesta que tocó hace cuatro años El oro del Rin. Es mucho mejor, gracias a Halffter y gracias a la valía de los músicos. Ahora la ROSS tiene su propia sonoridad wagneriana, muy metálica, muy americana», cree. Lo que el público verá en este Ocaso es fiel a lo contemplado en las etapas anteriores, «pero todo a lo bestia». «El director de escena Patrice Chereau fue un genio cuando se atrevió a hacer una Tetralogía en la que los dioses de Wagner eran como hombres de carne y hueso, por eso nosotros decidimos huir tanto de la realidad como del cartón piedra», rememora. La de La Fura es un montaje en el que «los dioses se mueven a la velocidad de la luz, las ondinas bailan en el agua y las walkyrias cabalgan en el aire». Todo literal. «Lo soñó Wagner y nosotros lo hemos hecho realidad», dijo ayer Padrissa. «Alguien me ha dicho que el espectáculo visual le recuerda al cómic japonés. Puede ser, puede ser, Bola de dragón ha sido una inspiración», afirma. En El ocaso de los dioses hay una particularidad especial. «Nuestra visión del ser humano como destructor de la naturaleza se hace aquí más palpable que nunca, por ejemplo en ese río que veremos lleno de botellas de plástico y otros desperdicios», adelanta. No puede evitar Padrissa entrar en el barro de la tan traída Ley de Mecenazgo. «Es ridículo y absurdo que España todavía no la tenga, en este país sólo se puede desgravar si se invierte en la cultura de los grandes eventos, llámense expos o Año Greco. En Houston, donde iremos próximamente con el Anillo, los aficionados a la lírica pueden poner dinero sobre la mesa y saben que serán beneficiados después», explica. «El futuro de la ópera en este país pasa desde luego por esa Ley. Igual que nosotros, en La Fura, tenemos claro que nuestra viabilidad como compañía pasa por arriesgar, por ir siempre más allá, y por reciclar, para que las producciones sean más pequeñas y más viajeras, portátiles», sentencia. Otro fango lo constituye el proceso soberanista en Cataluña, lugar del que emana La Fura. «El buque insignia de la cultura catalana», como algún político de la tierra se refirió al grupo, está lejos de dar bandazo alguno. «Somos seis los que gobernamos La Fura, tendremos nuestras ideas al respecto, pero la que nos une es la de que hay que cambiar la casta. ¿Lo quiere más claro?». Padrissa encuentra «natural» lo que está pasando en su comunidad y cree que «hay que perderle el miedo a los referéndums». «Si nos quedamos pues nos quedamos y si nos vamos pues tampoco pasa nada ¿no? ¡Que somos europeos! Eso es lo que nos une por encima de lo demás. Que cada uno se administre como le dé la real gana», clama. «Lo mejor que le he pasado nunca a mi tierra en su historia es la emigración de los andaluces. Cataluña se volvió más morena. Ahí está La Moreneta, la patrona, ¿ha visto cosa más bonita y salada?».

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