El segundo cuadro representa a Santa Ana, en un entorno de naturaleza, a cuyos pies aparecen una vez más las fundadoras, Elvira y Estefanía y desde una cueva aparece Gonzalo Nazareno, portando todos ellos las reliquias que aparecieron con la Santa: la campana, el rosario y la cruz. Santa Ana está en el centro.
El desconocimiento de los cuadros era tal que no se ha podido averiguar el autor, aunque es casi seguro que se trata de un seguidor de Murillo, ya que "las vestimentas, los moños rojos de las chicas son muy típicos de él. En el cuadro La Pequeña Frutera, Murillo las pinta igual que como están aquí Elvira y Estefanía", explicó María Jesús Pérez, que se ha encargado de restaurar los lienzos, y que, sin embargo, reconoce que "seguidores del pintor sevillano había muchos en la época, así que es muy difícil decir quién es. Teníamos la esperanza de que apareciera la firma al limpiar el marco, pero no ha sido así".