Es la primera visita del Papa a Tierra Santa desde que hace cuatro años asumió el pontificado. A pesar de sus llamamientos a la paz, en esta zona repleta de conflictos su visita está generando nuevas tensiones, más aún teniendo en cuenta la influencia del Papa Pío XII, que según los hebreos no intervino contra el Holocausto, en el actual Pontífice.
"Vengo para apoyar la paz", dijo al llegar Benedicto XVI. Pero lo cierto es que el Pontífice peregrina a una zona de Oriente Próximo marcada desde hace décadas por feroces disputas. Es una zona considerada santa por las tres grandes religiones monoteístas: cristianos, judíos y musulmanes. En este sentido, el Papa consideró ayer que el diálogo "trilateral" es "importantísimo para la paz" y para que "cada uno viva bien la propia religión", dijo. Partió a las 9.50 horas del aeropuerto romano de Fiumicino y tras cuatro horas de vuelo aterrizó en el aeropuerto Queen Alia de Amman (Jordania), dando inicio a su peregrinación apostólica, que se prolongará hasta el próximo 15 de mayo. En cuanto al diálogo con los judíos, Benedicto XVI señaló que sigue adelante, "a pesar de los malentendidos".
Por otro lado, el Santo Padre apoyó las "posiciones razonables" que surjan para llevar adelante el proceso de paz en la zona, mientras que animó a los cristianos de Tierra Santa a "permanecer" allí. Pero los judíos no lo ven así: "Viene a bendecir la ocupación israelí", acusó al Pontífice el movimiento de los Hermanos Musulmanes, cuyo portavoz en Jordania, Jamil Abu Baker, no dudaba hace unas semanas en pedir a Benedicto XVI que suspendiera su viaje a esta zona del mundo. Según la edición digital de El Mundo, las emisoras de radio de algunos judíos ortodoxos le acusan incluso de ser un "ex nazi", en referencia al pasado de Benedicto XVI en las Juventudes Hitlerianas. Incluso algunos cristianos no ocultaron su malestar por la llegada del Papa, al considerar que no era este el momento más adecuado para semejante visita. Además, la reciente decisión de Benedicto XVI de levantar la excomunión a un obispo ultra-conservador que niega el Holocausto ha generado nuevas fricciones de la comunidad hebrea ante e Papa alemán.
En estas circunstancias, las "fuerzas vivas del catolicismo español", en palabras del presidente de la Fundación CEU-San Pablo, Alfredo Dagnino, mostraron ayer su adhesión al Papa y calificaron de "censura ideológica" la decisión de la Mesa del Congreso de admitir a trámite una iniciativa de ICV para reprobar unas manifestaciones de Benedicto XVI sobre el uso del preservativo.