El Papa puso ayer punto final a su histórico viaje a EEUU, seis días en los que no ha escatimado esfuerzos para limpiar la imagen de la Iglesia local tras el escándalo de los sacerdotes pederastas. La pregunta ahora es si con sus gestos ha conseguido sanar las heridas de los católicos estadounidenses.
Benedicto XVI llegó ayer a Roma tras un viaje de seis días a Estados Unidos, en el que visitó Washington y Nueva York, donde se esperaba que el tema de la pederastia fuese abordado durante alguna de las ceremonias, aunque de manera velada.
Sin embargo, desde que se subió al avión, Benedicto XVI demostró que una de sus prioridades en ese país era limpiar la imagen de la Iglesia, rea de ocultar durante años los casos de pederastia. Un escándalo que, como reconoció durante el viaje, ha alejado a muchos fieles católicos de la Iglesia y causado profundas divisiones entre el clero del país.
El Papa no evitó la pregunta de los periodistas en el vuelo que le conducía a Washington y declaró sentir "profunda vergüenza" por los casos de sacerdotes pederastas "que causaron tanto sufrimiento en la sociedad católica estadounidense". Por ello, a los miembros de la Iglesia les instó a comenzar un "tiempo de purificación" y no dudó en admitir que el escándalo "fue pésimamente gestionado".
Gestos. Además de los discursos, el Papa sorprendió cuando, fuera de la agenda oficial, se reunió en Washington con cinco hombres y mujeres que durante su niñez fueron víctimas de sacerdotes pederastas, y escuchó sus historias y rezó con ellos. Gestos y palabras con las que el Pontífice ha querido sanar la herida abierta entre los católicos, que además ha costado más de 1.250 millones de euros en indemnizaciones a la Iglesia del país.
"Con este viaje, Benedicto XVI ha alentado a la Iglesia americana, que ha vivido periodos difíciles tras los escándalos de pederastia", confirmó ayer el portavoz del Papa, Federico Lombardi, haciendo un balance de la visita. Un viaje en el que "el Papa ha empujado con confianza a la Iglesia de EEUU hacia el futuro, superando todo este dolor que ha pasado y haciendo de una experiencia triste y dolorosa del pecado un punto de salida", añadió Lombardi. De ahí la contundencia de Benedicto XVI: "Ningún pederasta podrá ser sacerdote".
La respuesta de los fieles católicos ha sido masiva y calurosa, en pocas partes del mundo se ha visto tanto entusiasmo a la hora de seguir al Papa en las ceremonias o a su paso por la calle, gracias sobre todo a la numerosa comunidad hispana. Y es que EEUU es el único país en el que crecen los fieles católicos, que ya son 67 millones, de los que se despidió con una misa en el viejo estadio de béisbol de los Yankees de Nueva York.
