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El Parlamento se hace adulto

Un acto sobrio y algo soso celebró los 30 años de la constitución de la Cámara.

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Ojeda junto a Manuel Gracia y José Antonio Griñán ayer en el Parlamento.

El día que el Parlamento de Andalucía celebró su primera sesión en los Reales Alcázares de Sevilla la princesa Diana alumbró a su primer hijo, una película extraña y futurista que habría de ser de culto (Blade Runner) llegaba a los cines y era noticia otro aplazamiento de la apertura de la verja de Gibraltar. 30 años después, 250 leyes más tarde y 7.589 preguntas orales respondidas por el Gobierno, la Cámara sopló sus velas con la crisis atronando y España pidiendo a Europa el rescate de su banca. Fue un acto sobrio, hasta soso, con apenas 50 personas (miembros de la Mesa del Parlamento y portavoces de los grupos junto al presidente de la Junta). Sin más alharacas que las risas de sus señorías reencontrándose y una frase repetida (y falsa, casi siempre): "Qué de tiempo, pero si estás igual".

El Parlamento es un rincón extraordinario para ver pasar la vida de Andalucía. Las fotos, los debates, las polémicas cambian al ritmo que marca la calle. Una exposición fotográfica en uno de sus pasillos sembró nostalgia. Menos hombreras, menos barbas para ellos, adiós a los flequillos cardados para las señoras y la demostración pausible de que la moda es un continuo revival. Si no, ¿cómo se explica que los primeros diputados lucieran esas gafas de pasta obligadas hoy para cualquier chico it? Esta Cámara ha saltado del blanco y negro al Twitter, ha pasado por tres mudanzas hasta llegar a la solemnidad de su actual sede, a sus ujieres se les han caído galones y dorados del uniforme, su personal ha visto engrandecerse la autonomía y el número de mujeres parlamentarias ha aumentado hasta rozar la igualdad. Ha reformado un Estatuto de Autonomía y aprobado leyes sin las que hoy no se reconocería a Andalucía. Reforma agraria, salud, turismo, ordenación del territorio, muerte digna, investigación con células madre, violencia de género, igualdad, vivienda... acompañan los títulos de la producción legislativa. Medio millar de diputados de casi una decena de siglas han debatido en sus tribunas, votado sus iniciativas y conspirado en sus pasillos.

Ayer su presidente, el socialista Manuel Gracia, uno de los tres diputados que estrenó el Parlamento y sigue teniendo escaño (como Paulino Plata o José Caballos), reivindicaba -parafraseando a Shlomo Ben-Ami, exministro israelí- "la inevitable victoria de la política sobre las teorías económicas recalcitrantes". El presidente andaluz, José Antonio Griñán, abogó por un "control democrático de la economía" y avisó de que cualquier alternativa al Estado de las Autonomías es "peor". Asistieron otros presidentes del Parlamento como Antonio Ojeda, Antonio López, Diego Valderas o Mar Moreno o Marín Rite. Faltaron Fuensanta Coves -en el Senado- y Javier Torres Vela -de viaje-. Volvieron a las Cinco Llagas el ilustrado andalucista José Calvo Poyato, quien fue su jefe en el PA, Antonio Ortega, la socialista Chiqui Gutiérrez del Alamo -que recorrió el mundo con el famoso pleno de la risa- o los portavoces de IU Antonio Romero y Concha Caballero, que posó junto a una foto suya pintándose los labios a hurtadillas en su escaño. El libro Treinta años del Parlamento da fe de que por la Cámara sí pasa el tiempo. Y que sean muchos más. Por mucho que, como dijo el Defensor del Pueblo, a veces los andaluces estén de sus políticos "hasta el gorro".

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