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El paro alcanza cifras históricas en el país

La contundencia de las cifras del desempleo en España conocidas ayer admiten pocos matices: el país llega ya a los 3,4 millones de parados, la mayor cifra de su historia, y las previsiones de los analistas financieros dibujan un panorama sombrío. Es verdad que hay...

el 15 sep 2009 / 23:30 h.

La contundencia de las cifras del desempleo en España conocidas ayer admiten pocos matices: el país llega ya a los 3,4 millones de parados, la mayor cifra de su historia, y las previsiones de los analistas financieros dibujan un panorama sombrío. Es verdad que hay que poner en contexto este cómputo, pues también se ha incrementado la población activa española, pero el uso de este dato como justificación del aumento sería eludir una realidad incontestable. La economía española registra tasas negativas que conllevan la destrucción masiva de puestos de trabajo, y esta tendencia no va a rectificarse en los próximos meses. A lo sumo se aliviará con las políticas de inversión pública previstas por el Gobierno de Zapatero, pero seguirá la misma senda negativa. Los ciclos económicos no se cambian en dos días y mientras no recuperemos tasas de crecimiento situadas en torno al 2% no se entrará en la fase de generación de empleo. En este punto, queda por responder la pregunta más recurrente de esta etapa: cuándo tocará fondo la destrucción de empleo. El Gobierno insiste en que el paro llegará a una tasa del 15,9% y que, en consecuencia, no se llegará a los cuatro millones de parados, pero a la espera de una modificación de sus previsiones, estudios como el de ayer del BBVA contrarrestan esta visión y anticipan un escenario de 4,5 millones de parados en 2010. Al Gobierno le conviene no embarullarse en un debate sobre hasta dónde se llegará en la destrucción de empleo. Todos los actores sociales saben que aún quedan meses muy difíciles. La acción del Gobierno debe centrarse en tres vías de actuación: la ejecución de planes de inversión en obra pública que dinamicen la actividad económica, la protección de la cobertura del desempleo y el análisis serio y sosegado de las reformas estructurales que sean necesarias para dotar de mayor flexibilidad a un mercado laboral que funciona peor que en el resto de Europa. No le queda otro camino.

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