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El parque Vega de Triana continúa sin luz, bancos ni agua tras diez meses

La zona verde que Zoido inauguró como “gran pulmón” del arrabal trianero continúa sin servicios básicos. Sólo los deportistas frecuentan este recinto, convertido en paraíso terrenal para el esparcimiento de perros

el 10 ago 2013 / 23:15 h.

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Diez meses después de su inauguración por el alcalde Juan Ignacio Zoido, el parque Vega de Triana –80 hectáreas de zona verde y de albero junto al Guadalquivir– sigue siendo un lugar solitario, una vasta extensión de terreno carente de espacios umbríos y desprovista de los más elementales servicios para que los sevillanos, y los vecinos de Triana en particular, se atrevan a adentrase por sus lomas y patear sus inabarcables senderos salpicados de árboles y arbustos de escaso porte. Tan solitaria es su apariencia que en el arrabal, de hecho, ya hay quien lo ha bautizado como el parque de los rumanos, en honor a la pequeña colonia de ciudadanos de esta nacionalidad, únicos habitantes fijos del parque, que han hecho de la ribera del río su lugar de asentamiento, a pesar de los continuos intentos de la Policía Local por levantarles el campo, el último hace escasamente unos días.

Fotos: Manuel R.R. (ATESE)
Manuel R.R. (ATESE)
Concebido para compatibilizar su uso actual con el de gran bolsa de aparcamientos durante la Feria de Abril, el parque Vega de Triana no es apto para pasear bajo grandes arboledas, ni para el ocio de familias con niños. En realidad, los únicos usuarios esporádicos de este “gran pulmón”, como lo llegó a definir el alcalde, son esforzados y arrojados deportistas, la mayoría ciclistas, y dueños de perros con sus respectivas mascotas que han encontrado en la soledad de este parque el paraíso terrenal para el esparcimiento de sus canes. Y es que ni en sus 190.000 metros cuadrados de pradera natural ni en sus amplias extensiones de albero podrán encontrar ustedes ni una sola fuente donde saciar la sed, ni un pequeño banco para descansar, ni tampoco una sola papelera donde depositar basura o excrementos caninos. Tampoco hay farolas, lo que convierte a este recinto en un lugar escasamente recomendable a partir de ciertas horas de la noche. Ni zonas de juegos infantiles donde los más pequeños puedan entretenerse. Ni siquiera un quiosco donde adquirir bebidas para refrescarse. José, vecino de Santiponce, pedalea habitualmente por los 4,2 kilómetros de carril bici que recorren el interior de esta zona verde, un verdadero velódromo transitado de forma habitual por ciclistas y algún que otro corredor. Este veterano ciclista no se queja de que, dentro de su ruta, tenga que acudir al Parque del Alamillo para encontrar una fuente para refrescarse. Lo tiene asumido. Su queja principal reside en la inexistencia de un mobiliario urbano básico acorde a un parque. “No hay ni un solo banco donde poder descansar de vez en cuando. La gente tiende a sentarse en el césped”, señala. De ahí que para realizar los estiramientos propios de cualquier deportista José tenga que apoyar sus piernas sobre algunas de las enormes piedras que jalonan los tramos de calzada, cuando lo habitual es realizar estos ejercicios sobre el respaldo de algún banco. 15160672Los contados usuarios del parque que encontramos a nuestro paso celebran que, al menos, las zonas de césped presenten un cuidado y mantenimiento impecables. Y eso que a veces se han encontrado con restos de alguna barbacoa y también de algún botellón. A pesar de que no hay papeleras en todo el recinto, es difícil encontrar restos de basuras en el suelo. No obstante, los empleados del parque se encuentran a veces con bolsas con excrementos caninos colgadas de los árboles o de alguna valla: “Es la fórmula que emplean los dueños de estos animales para reivindicar la instalación de papeleras”, asegura uno de los trabajadores. Lucía y Alberto disfrutan de uno de los contados lugares con algo de sombra que existen en el parque mientras casi una decena de perros juguetea con entera libertad a su alrededor. Ellos sí son asiduos visitantes de uno de los parques incluidos en su día en el convenio de colaboración entre la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y el Ayuntamiento para la restauración hidrológico-forestal y la protección de cauces de la ciudad. 15160657 En realidad, están encantados con la apacible soledad de esta zona verde del Charco de la Pava, rebautizada como parque de la Vega de Triana. “Al caer la tarde, esta zona se convierte en lugar de reunión de decenas de perros, ya que es el único sitio en Sevilla donde puedes tener a tu perro suelto sin molestar a nadie. Mientras en otros parques la Policía te apercibe de que los animales no pueden estar sueltos, aquí de momento no dicen nada”. Eso sí, la carencia de los servicios más elementales obliga a sus dueños a acudir provistos de un kit básico de excursionista: botellas de agua para animales y personas, incluyendo el bebedero para los canes; una almohadilla para sentarse sobre el césped sin riesgo de empaparse las posaderas; y unas prácticas lamparillas para cuando desaparece la luz solar. “Ten en cuenta que no hay ni una sola farola en el entorno y cuando anoche esto se queda totalmente a oscuras”. Pero para los dueños de perros todo esto no es molestia. Saben que si el Ayuntamiento llena el parque de bancos, fuentes y juegos infantiles se tendrán que marchar con sus canes a otra parte.

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