La división es tal que la propia asociación de vecinos Tres Barrios no tiene una posición clara al respecto. Su presidente, Salvador Muñiz, reconoce que formalmente no han llegado quejas aunque sí conoce el descontento de los mayores y grupos de feligreses. "No me posiciono a favor ni en contra porque no tengo conocimiento de causa. No sé cuál es el problema e intentaré enterarme", explica. Sí reconoce que desde su llegada, el párroco no se ha puesto en contacto con la asociación, pero dentro de ésta hay vecinos como Francisco Robledo que defienden a ultranza al cura: "Estoy completamente a favor y en todo caso quien tiene que decidir es el Arzobispado", explica. Este periódico intentó sin éxito ponerse en contacto con el párroco y con el Arzobispado para recabar su opinión.
La asociación de mayores que ha convocado la manifestación en contra denuncia que el "problema es que este hombre ha llegado aquí y es el que hace y deshace, le ha quitado las llaves de la iglesia a las mujeres que se encargaban de limpiar, lavar los paños de la Virgen... ha cerrado esto como un búnker y nos amenaza con echarnos aunque no sé si podrá porque nosotros estamos totalmente legalizados", explica su presidente, Francisco Acuña. El local que ocupa la asociación es propiedad de la iglesia pero hace 35 o 40 años la parroquia lo cedió para cobijar a los mayores del barrio, a cambio de un donativo mensual de 90 euros a la parroquia que ahora, tras un acuerdo con Manuel Talavera, es trimestral.
Desde entonces, "siempre que se ha hecho algo ha sido en combinación entre la parroquia y la asociación". Según Acuña, pagaron a medias la solería del patio de entrada, el arreglo del techo y la construcción de un pozo con un motor de bomba para surtir de agua a la iglesia y al local "pero como el interruptor está en la iglesia, lo cierra y nos deja sin agua para los servicios".
Vecinas como Cristina denuncian que "ha quitado todos los talleres que había, ¿qué quiere, que haya más delincuentes?". Otras como Antonia recuerdan que la parroquia fue construida por los propios vecinos "con ladrillos que nos daban" por lo que "la Blanca Paloma no es de ningún cura, es del barrio" y lamenta que por la iglesia "han pasado cinco curas que tenían las misas llenas y ahora hay cuatro gatos".
Hay feligreses que reconocen que se han ido a la parroquia de la Candelaria. "No digo que sea malo porque a mí no me ha hecho nada pero no nos convence cómo hace las cosas, por la forma de ser, él dice esto y esto tiene que ser, no se preocupa por el barrio, no es como los que hemos tenido antes", admite Mercedes. Jose, que regenta el bar Macarena en el mercado del barrio, dice que "todo el mundo habla muy mal, la gente sale de misa mosqueada, habla con palabras muy técnicas y la gente no se entera y trata mal a la gente. Una mujer le llevó un ramo a la Virgen con todo su esfuerzo y le dijo que a la Iglesia flores no, que dinero para el cepillo. Y un cliente le llevó el otro día dos bolsas de ropa y las tiró", explica.