Las calles rebozarán de niños estos días sin que el Cecop haya considerado la provocativa peligrosidad sexual de estos locos bajitos, sobre todo, los de unos trece años, según el obispo Álvarez. Por precaución, al menos, los curas no deberían salir esos días a la calle. La gente celebra la visita de los Magos a Jesús, casi sin tiempo para salir corriendo a Egipto huyendo de Herodes. Luego el Mesías de los cristianos volvería para decir entre otras cosas: "Dejad que los niños se acerquen a mí". Las cosas han debido de cambiar mucho desde entonces y no creo que por culpa del César sino más bien del Diablo, el que anida a veces bajo las enaguas de una sotana.
Más de 100.000 casos de abusos a menores se han dado sólo en EEUU sin que la familia que se cree heredera de Jesús haya hecho otra cosa que callarse. Su justicia no es de este mundo, por eso Joseph Ratzinger, ex prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, evitó comparecer ante un tribunal de Texas, acusado de ocultación por los casos de abusos; el fiscal federal le dio el amparo ante su condición sobrevenida de jefe de Estado -de El Vaticano-. No hay noticias de que los afectados y sus familias católicas -rotas en muchos casos- se hayan lanzado a la calle pero bien llenarían Constitution Av en Washington. Más cerca, otra vez, un prelado católico ha metido la pata; el ministro de Justicia le pide reflexión -como los jueces ultra a las mujeres maltratadas o violadas-; nadie se la pidió al imán de Fuengirola. Dios observa, mientras las calles se llenan de integristas e hipócritas que crean hezbolás, sin que Jesús ni Mohammed hayan estado nunca en el Registro de Partidos.
Javier Aroca es licenciado en Derecho y Antropología
