Cofradías

El paso del Gran Poder fue trasladado a la sede del IAPH en la Cartuja

El paso del Gran Poder fue trasladado ayer a la sede del IAPH en la Cartuja.

el 19 may 2010 / 07:15 h.

Los costaleros del Gran Poder trasladaron el paso a los talleres.

Hay cosas que sólo pasan en esta ciudad. Sí, esa misma que hoy se viste de flamenca y baila sevillanas para despedir a los Simpecados de Triana, el Cerro del Águila y la Macarena. Basta como ejemplo lo vivido ayer en las inmediaciones de la plaza de San Lorenzo, donde se produjo una mudá que arrastró más gente que algunas de las procesiones de gloria que salen estos días.

Por el callejón de la calle Eslava van llegando zagales corpulentos con los costales al hombro o reliados bajo el brazo. Un corrillo de gente se mueve a las puertas de la casa de hermandad del Gran Poder, en la calle Hernán Cortés. Allí, enchaquetado y todo, está su hermano mayor, Enrique Esquivias. ¿A quién esperan? ¿No se lo imaginan? Al capataz Manuel Villanueva que, en mangas de camisa y acompañado por su hijo Antonio, se adentra en las dependencias del tesoro de la hermandad. El calor es agobiante. Al ronco sonido del martillo que proviene del interior llegan más curiosos: madres con sus hijos, jóvenes, mayores... "¿Qué va a salir la Cruz de Mayo? ¿Éste que es el paso de la Pastora que va a San Antonio?", preguntan a los costaleros de refresco que aguardan en la puerta su relevo. La respuesta llega pronto.

Entre flashes de cámaras y un revuelo de gente, sale a la calle el paso del Señor del Gran Poder. Son las 21.20 horas. De él poco se puede ver. Una tela de damasco rojo cubre la totalidad de la canastilla, exenta de los singulares faroles, de las cuatro maniguetas y de los faldones. Bajo la rejilla se puede ver la cara de los costaleros, a los que les hubiera encantado haber llevado un aguao para refrescar el gaznate, ya fuera con un trago del cántaro o de un jarrillo de lata.

Las luces azuladas y parpadeantes del coche de policía marcan el camino: Santa Clara y Narciso Bonaplata. Antonio Ríos, ex presidente del Consejo y ex hermano mayor de esta cofradía, llega a este enclave, y lo primero que hace es interesarse por el horario: "En media hora está allí [por la Cartuja]", le responden desde la trasera de las andas, donde se va concentrado un grupo de gente, entre ellos el actor y presentador de televisión, Antonio Garrido.

La expectación del traslado de las andas al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), en la Isla de la Cartuja, va creciendo, tanto que hasta hay gente que se asoma a los balcones para contemplar la escena. No falta la señora despistada que, en un acto reflejo, corre a santiguarse nada más escuchar al capataz decir:"¡Vámonos valientes! ¡A ésta es! ¡Al cielo...!"

En la calle Narciso Bonaplata llega una estrechez imprevista. Dos coches, uno a cada lado de la carretera, convierten en un embudo un trozo de la calzada. Nada que no se pueda solucionar con un poco de veteranía Villanueva y la maestría de los hombres del Señor de Sevilla. Al llegar a la esquina con Torneo, el semáforo manda a arriar el paso. Está en rojo y los municipales aprovechan el parón para preparar el corte de esta transitada avenida.

Con la noche encima y las cornetas y tambores de una banda que ensaya junto al río de fondo, las andas cruzan la pasarela de la Cartuja. Río, puente, música... ¡qué difícil no dejarse llevar y meter un izquierdo por delante! A las 22.10 horas, el paso traspasa el dintel del arco de la antigua fábrica de cerámicas La Cartuja, hoy sede del IAPH. Allí estará un mes para que lo estudien, y se puedan mejorar los problemas de grietas que presenta.

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