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El patetismo de la diputada Nebrera

Hay una frase, que algunos atribuyen a Churchill y otros a Andreotti, que dice que en política hay "enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido". En el PP andaluz lo han podido comprobar con toda su crudeza este mismo fin de semana.

el 15 sep 2009 / 21:00 h.

Hay una frase, que algunos atribuyen a Churchill y otros a Andreotti, que dice que en política hay "enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido". En el PP andaluz lo han podido comprobar con toda su crudeza este mismo fin de semana. En principio, pensaban que el sábado y el domingo serían jornadas para martillear al PSOE andaluz por los datos del paro y por los resultados del barómetro del IESA, en el que se detecta el desgaste de la figura del presidente de la Junta, Manuel Chaves, como consecuencia de la crisis económica. Pero sus intenciones se torcieron a la hora del desayuno sabatino cuando escucharon las declaraciones en la Cadena Ser de la diputada catalana del PP Montserrat Nebrera en las que ésta se despachaba con la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, definiéndola como "esta cosa" que "Chaves ha colocado en el Gobierno" y riéndose de su acento andaluz, que, por lo visto, "no acaba de entender". En realidad Nebrera no hace más que repetir esa sarta de tópicos y prejuicios nacidos de la ignorancia y de la mala saña que algunos políticos del PP han empleado cada vez que se referían a Andalucía. Ahí están los ejemplos de Ana Mato, que dijo que los niños andaluces son prácticamente analfabetos (¿también los pequeños cuyos padres votan al PP?) o de ese ejemplo de moderación llamado Alexis Vidal Quadras, que tildó a Blas Infante de "cretino integral y subnormal profundo". Con sus palabras, de las que aún no se ha retractado, esta mujer que aspiraba a liderar el PP de Cataluña insulta a los ocho millones de personas que viven en nuestra tierra y se retrata como una política sectaria cuyo atrevimiento sólo es comparable a su desconocimiento de la realidad. Y en cuando al ámbito interno del PP, le hace un flaquísimo favor a sus compañeros andaluces, entre ellos un Javier Arenas que se vio obligado, con 24 horas de retraso, a condenar en público las palabras de su colega.

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