Cultura

‘El piojoso’ de Murillo ya está en España

Esta joya del Museo del Louvre no nos visitaba desde 1982. Llegará al Museo de Bellas Artes de Sevilla en febrero, pero ya acaba de hacer su primera escala en el Bellas Artes de Bilbao.

el 12 oct 2009 / 18:10 h.

El pedigrí de la pieza -un niño de cualquier arrabal de Sevilla espulgándose algún parásito- viene acreditado por su propio periplo: El piojoso de Murillo (1650), una de las joyas del Museo del Louvre, salió de forma muy prematura de la ciudad, "probablemente en el mismo siglo XVII"; ya el XVIII se localiza en la colección Gaignat de Francia y, en 1872, es comprado por orden del mismísimo Luis XVI, último rey del país galo, para las colecciones de la corona.

Este objeto de deseo que fue Murillo en toda Europa ha experimentado un nuevo revival esta mañana con la llegada a España de El piojoso -que se ha presentado a la prensa con todo el boato que merece la excepcionalidad de su préstamo-. El motivo: la magna exposición El joven Murillo, la muestra "de enfoque más novedoso sobre la obra del maestro sevillano", que recalará primero en el Museo de Bellas Artes de Bilbao (se inaugurael lunes) para viajar con posterioridad a Sevilla, donde tiene prevista su exhibición el próximo mes de febrero en el Museo de Bellas Artes.

Comisariada por el profesor de la Universidad de Alcalá de Henares Benito Navarrete, la muestra -coproducida por los gobiernos vasco y andaluz- reivindica a un Murillo poco conocido hasta ahora. "Es la primera vez que se demanda a un pintor ideólogo de la conciencia, la justicia social y la atención a los desamparados, intentando practicar una obra en consonacia con los ideales evangélicos de los franciscanos", explica Navarrete, que cree que esta exposición servirá para apartar esa "imagen almibarada" que se tiene de "un pintor de Inmaculadas", imágenes cándidas y angelicales.

De esta forma, El piojoso, que sólo pudo verse en España hace 27 años en una exposición del Museo del Prado en 1982, se convierte en el paradigma conceptual de una exposición que contará con 42 pinturas, de las cuales 25 proceden de museos extranjeros y de las que 16 se exhiben por primera vez en España. "Ha sido la más compleja de las exposiciones que he organizado", reconoce el profesor Navarrete, que habla de "esfuerzo titánico" y recuerda las "arduas" negociaciones con el Museo del Louvre. "La clave para poder contar con El piojoso ha sido la nueva lectura que se va a dar de este pintor barroco, lo novedoso de su enfoque; y dentro de este discurso, este cuadro representa la quintaesencia de Murillo", explica.

"Hablamos del periodo en que se forma como artista y toma la senda del Naturalismo", dice el comisario, que ha reunido obras comprendidas entre 1640 y 1655. Entre ellas destacan otras piezas claves dispersas por los centros artísticos más importantes del globo, como son los casos del Autorretrato de Murillo joven (Nueva York. Colección particular), Vieja con gallina y cesta de huevos (Alte Pinakothek. Munich), San Gil en éxtasis ante Gregorio IX, (North Carolina Museum of Art, Realeigh. EEUU), La Sagrada Familia del pajarito (Museo Nacional del Prado. Madrid), o el celebérrimo Muchachos comiendo melón y uvas (también procedente de la Alte Pinakothek de Munich).

Este último cuadro forma parte, junto con El piojoso, de la serie de pinturas de Murillo que salieron de Sevilla ya en el siglo XVII. Y es que, mientras que la creencia popular sitúa el fervor coleccionista por Murillo a inicios del XIX, con el saqueo masivo de pinturas del sevillano que perpetraron las tropas napoleónicas en la ciudad, lo cierto es que ya en el XVII, Europa, "y más concretamente los Países Bajos", experimentaron "una locura" con el maestro barroco.

"Es precisamente esta faceta profana la más demandada en el extranjero; se realizan copias de Murillo por todo el continente y los Muchachos comiendo melón y uvas ya se sitúa en 1659 en una colección de Amberes", relata un apasionado Navarrete, que recuerda que el entusiasmo por el sevillano es tal que en el siglo XVIII, Carlos III emite una Real Orden por la que impide que salgan más murillos del país y pide que sean adquiridos por la Corona todos aquéllos que salgan al mercado.

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