El plan para salvar los conventos ecijanos pasa por convertirlos en albergues

La revisión del Plan Especial del Centro Histórico sugiere utilizar los claustros que se van quedando vacíos como hospederías de estudiantes o turistas

el 10 mar 2015 / 12:00 h.

El convento de las Teresas será uno de los que entre en esta revisión del Pepriccha. Foto: M.R. El convento de las Teresas será uno de los que entre en esta revisión del Pepriccha. Foto: M.R. La propuesta de revisión del Plan Especial de Protección, Reforma Interior y Catálogo del Casco Histórico Artístico (el Pepriccha) plantea usar como alojamiento los conventos de Écija. Los redactores del documento proponen que los claustros sirvan como albergue para estudiantes o turistas que visiten la ciudad, una nueva utilidad que podría abrir la puerta a la conservación de joyas patrimoniales que se han quedado vacías, como los conventos de las Marroquíes, las Felipensas o las Teresas. «Se da la posibilidad de generar un sistema de hospedaje destinado a albergar residencia para investigadores, estudiantes, opositores, etc... que desde el ora et labora conviertan a estos lugares en espacios productivos», señala la revisión del Pepriccha. Entienden los autores del documento, los arquitectos Fernando Beviá y Desiderio Sanjuan, que esta propuesta permitiría al turismo «tener hospedajes en los edificios, y para ellos y el resto de ciudadanos una red de espacios en calles con un bajo índice acústico, una red distinta a la que podemos encontrar en los ensanches de la ciudad». «Especialmente interesante es, por su gran proximidad, la red que se puede crear entre el convento de las Teresas, la Plaza de Abastos, el convento de las Marroquíes, el de las Felipensas y el de Santa Florentina», sugieren los redactores de la revisión del Pepriccha. Los tres primeros conventos –las Teresas, las Marroquíes y las Felipensas– se han quedado sin monjas en poco más de un año, un éxodo que plantea interrogantes sobre el futuro de los conventos pero que también abre puertas a nuevos usos. «Estamos viviendo en estos momentos de redacción del presente Plan Especial el abandono de los edificios conventuales por falta de vocaciones religiosas», exponen Beviá y Sanjuan, que piden «tomar decisiones para la protección de este singular patrimonio» que permitan «asegurar la pervivencia de los conventos a través de la inserción de usos compatibles». El claustro de Santa Inés del Valle es uno de los que está en peligro por el deterioro del edificio, al igual que el de Las Marroquíes puede caer en desuso tras abandonarlo hace dos meses las monjas que lo habitaban. Para los redactores de la revisión del Pepriccha, esta es una cuestión central. «La problemática del mantenimiento se multiplica debido a la magnitud de los propios conventos, donde, perdonen las matemáticas, pero el ratio de metros cuadrados por monja llega a ser demasiado alto», por lo que se cuestionan «nuevas alianzas entre los conventos y la ciudad con el objetivo de organizar los recursos de manera más creativa y eficaz». «La ciudad presenta importantes deficiencias y los conventos problemas de mantenimiento, y estas fórmulas podrían servir tanto para los conventos abandonados como los que aún se habitan», proponen. «Mientras la sociedad civil fue consumiendo suelo para edificar, los conventos han conservado fragmentos urbanos consagrados al retiro y la meditación, traduciéndolos en jardines, compases, claustros, vergeles y huertos protegidos por altos muros. Esos espacios son capaces de absorber desequilibrios de la ciudad», concluyen los redactores de la revisión del Pepriccha.

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