El líder del PP andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, evitó ayer dar un respaldo expreso al proyecto del dragado del Guadalquivir que abandera Juan Ignacio Zoido y el Ayuntamiento de Sevilla. El flamante dirigente regional admitió los tirones dentro del partido motivados por esta aspiración del Puerto sevillano que rechazan, por sus repercusiones económicas y medioambientales, los dirigentes populares y los alcaldes de Cádiz, Málaga y Huelva. Moreno Bonilla pisó con cuidado sobre un asunto complicado. Su origen malagueño y el golpe de timón que ha supuesto su ascenso al PP andaluz, desplazando a los populares sevillanos del puente de mando del partido en el ámbito regional, le llevó a ser cauto. Nada puede perjudicarle más al popular que reabrir heridas, aún cicatrizando, con el PP de Sevilla, tras los encontronazos irremediables con sus compañeros sevillanos de filas en su ascenso político hace menos de un mes.
Durante una rueda de prensa, Moreno Bonilla fue preguntado expresamente sobre qué opina acerca del dragado del río y cómo piensa solucionar las tensiones internas que este proyecto suscita en su partido. Esquivó dar respuestas rotundas. Lo primero que reclamó es que se ponga sobre la mesa «un proyecto serio» que permita evaluar su «impacto económico y medioambiental». A continuación, se mostró convencido de que, a partir de conocer ese proyecto, se podrán hallar «puntos de acuerdo». Se quedó en terreno de nadie y eludió revelar su posición a favor o en contra del proyecto, que sí existe y está sobre la mesa desde hace años.La declaración de impacto medioambiental del ministerio, por ejemplo, se remonta a 2003.
El dragado del Guadalquivir es uno de los grandes proyectos económicos abanderados por el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, para su mandato, frente a las reticencias de otros compañeros de su partido o el complicado juego de equilibrios que practica el Gobierno central, que trata de conciliar el proyecto con los intereses de los arroceros. El ascenso de Moreno Bonilla a la dirección del PP andaluz puede todavía complicar más a Zoido la búsqueda de apoyos a un proyecto clave para la viabilidad del Puerto de Sevilla que, sin embargo, no cuenta con el respaldo de muchos de los protagonistas implicados, tampoco de la Junta de Andalucía, que recela de la iniciativa. Solo los empresarios cierran filas sin fisuras para que el dragado tenga luz verde. Además de las repercusiones directas para el dragado, este asunto puede además convertirse en fuente de roces internos en el PP andaluz, del que Zoido acaba de dejar la presidencia tras abortar Mariano Rajoy su apuesta porque lo relevara José Luis Sanz, alcalde de Tomares, y apostar directamente por Moreno.
Por su parte, el presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla, Miguel Rus Palacios, pidió ayer a la nueva presidenta del Puerto de Sevilla, Carmen Castreño, que se continúe el plan del dragado del Guadalquivir. También aprovechó para pedir a Castreño que siga mejorando las condiciones del Guadalquivir para ayudar a que se creen industrias, que se invierta en la ciudad y que se logre la llegada del turismo de grandes cruceros. Incluso apostó por la mejora del sector de regadío del arrocero.
El presidente de Asaja-Sevilla, Ricardo Serra, mostró su deseo de que la nueva presidenta de la Autoridad Portuaria mantenga «una actitud más realista» para abordar el problema del dragado del río Guadalquivir. De hecho, en declaraciones a Europa Press, esperó poder mantener una reunión pronto con Castreño y señaló que desde el principio la organización agraria ha defendido la modernización del arrozal como condición al dragado.
«Esperamos una actitud más constructiva, de manera que si quieren hacer el dragado cuenten con el sector arrocero y su modernización del riego», subrayó el presidente de Asaja-Sevilla.
En la misma línea, el secretario de COAG-Sevilla, Ramón García, mostró ayer su deseo de que la nueva presidenta del Puerto de Sevilla aporte una actitud «más abierta» y un talante «más dialogante y negociador» que su antecesor en el cargo, Manuel Fernández, de quien dijo que pensaba «sólo en el Puerto y le daba igual el entorno».
