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El PP escenifica el inicio de una nueva etapa sin silenciar a los críticos

"A partir de ahora sólo hablarán los que tengan que hablar". Así quiso ayer Mariano Rajoy zanjar la batalla campal en la que se ha convertido el PP en el precongreso en una jornada marcada por dos imágenes: Ángel Acebes dando el testigo a María Dolores de Cospedal y el desplante deliberado de José María Aznar. Foto: EFE

el 15 sep 2009 / 06:42 h.

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"A partir de ahora sólo hablarán los que tengan que hablar". Así quiso ayer Mariano Rajoy zanjar la batalla campal en la que se ha convertido el PP en el precongreso en una jornada marcada por dos imágenes: Ángel Acebes dando el testigo a María Dolores de Cospedal y el desplante deliberado de José María Aznar.

El PP arrancó ayer su XVI Congreso Nacional con un intento de escenificar el cierre de una etapa pasada, simbolizada en el emotivo discurso y los abrazos de despedida del secretarario general saliente, Ángel Acebes, y a su vez con mensajes de que la crisis de los últimos meses se queda en la misma puerta de la Feria de la Valencia.

Allí se celebra desde ayer y hasta mañana el cónclave después de unos "tiempos difíciles" que, en todas las intervenciones en el plenario, fueron atribuidas a una consecuencia directa de la pérdida de las elecciones. Pero hubo mensajes y gestos que delataron que las heridas no están cerradas: Jaime Mayor Oreja , Franscisco Álvarez Cascos y Esperanza Aguirre irrumpieron reivindicando a María San Gil -que abandonó la ponencia política en pleno precongreso- y José María Aznar llegó tarde, saludó friamente al líder popular e ignoró a Manuel Fraga.

En el descomunal recinto del congreso -un palacio de exposiciones de miles de metros cuadrados ocupados desde ayer por más de tres mil compromisarios, cientos de invitados y 1.200 periodistas- los populares intentaron recompener la situación después de semanas enfangados en la guerra interna.

La ovación a María Dolores de Cospedal, a la que Mariano Rajoy quiere hacer hoy su número dos, es un gráfico ejemplo de que el equipo elegido por el líder nacional para la nueva etapa ha convencido a las voces críticas con Rajoy, que asistió relajado y sonriente a una jornada en la que, por primera vez en mucho tiempo, sólo escuchó en la tribuna halagos y apoyos.

"Hasta aquí hemos llegado", proclamó el portavoz en el Senado, Pío García Escuredo, tras su reflexión sobre estos últimos meses, en los que Rajoy llegó incluso a invitar a Esperanza Aguirre a irse si no le gustaba el actual PP. "No es exagerado decir que hemos superado el periodo más difícil de la historia del PP", opinó Federico Trillo, en línea con el tono con el que la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, había iniciado la sesión.

"Ha sido duro y difícil, como siempre que se pierden las elecciones. No ha pasado nada", fue su aportación a una primera jornada concebida casi a modo de terapia de grupo.

Al cierre de esta edición Rajoy no había desvelado si la integración que piden muchas voces de su entorno -entre ellas la de uno de los reforzados en este congreso, el andaluz Javier Arenas- se va a materializar en cargos ejecutivos de peso de dirigentes críticos, pero se dedicó durante la primera jornada a insistir en que el PP que quiere dirigir a partir del lunes es un partido "abierto a todos, más abierto que nunca".

Aunque hubo pronunciamientos que sonaron en voz alta glosando su liderazgo en el PP -García Escudero destacó que ha estado "a las duras y a las maduras" y Javier Arenas sostuvo que en estos días se está eligiendo al "candidato a la presidencia del Gobierno"-, lo cierto es que lo que aprobará este cónclave es su presidencia del partido hasta 2011, pero no cabeza de cartel. Amarrar su candidatura para las elecciones de 2012 sería el gran logro de un líder del que sus afines, en cualquier caso, dicen que sale "reforzado" de esta cita.

No por ello dejó de recibir el desplante de Aznar, que causó malestar en el plenario. Era su forma de expresar el enfado por haber sido desterrado del orden del día del cierre del congreso. Intervendrá hoy.

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