Una balsa de aceite. La protesta de los empleados públicos de los ayuntamientos de Sevilla y Mairena del Aljarafe
nota discordante en un Congreso Provincial del PP de Sevilla que designó a Juan Bueno, hasta ahora número 2, como presidente del partido. Una apuesta continuista con la que los populares confían conquistar en 2015 una provincia a la que todavía no han logrado cautivar en las urnas, donde el PSOE sigue saliendo vencedor, aunque en los últimos envites haya perdido la ventaja hasta el punto de que los populares atisben un empate técnico y, por lo tanto, opciones para el futuro.
Con ese cometido en mente, el PP quería mostrar una imagen de unidad. Y lo hizo. Bueno se impuso con el 95,71% de apoyos, es decir, 646 votos a favor de los 678 emitidos -hubo tres nulos y 29 en blanco y una participación del 81%. Atrás quedó un verano en el que se topó de imprevisto con la oposición de la alcaldesa de Bormujos, Ana Hermoso. Pero esa propuesta alternativa se diluyó en las asambleas locales, que otorgaron un abrumador apoyo a Bueno y forzaron a Hermoso a dar el paso atrás para intentar subirse a un caballo que se veía ganador desde el día que presentó la candidatura. Sin embargo, ese acercamiento de última hora no fue suficiente para colarse con cargo en un Comité Ejecutivo Provincial en el que sólo figurará como alcaldesa y en el que sí se ha otorgado poder a otros alcaldes y portavoces municipales en la oposición. "No voy a pedir perdón a PSOE e IU por tener una candidatura, porque eso es símbolo de unidad en vez de pelear por repartirse cargos", zanjó la polémica el presidente del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido, que aprovechó la clausura del congreso para lanzar su órdago a la Junta de Andalucía. Antes de la votación, Bueno expuso sus líneas maestras, que no difieren de las que trazó su antecesor, José Luis Sanz: que el PP tome la calle para convencer al electorado y así "acabar con la dichosa manchita roja", en alusión al predominio socialista en la provincia. Con un discurso sin alardes, Bueno se marcó dar más voz a la provincia, incorporando a los ediles de la oposición al Consejo de Alcaldes -sólo tenían cabida los regidores- e impulsar la formación de la militancia con el Instituto Alberto Jiménez Becerril, que dirigirá el portavoz del Consistorio hispalense, Francisco Pérez. El núcleo duro de Bueno está formado por dirigentes que trabajaron codo con codo con la anterior dirección provincial.
Sin ir más lejos, Eloy Carmona, el portavoz en la Diputación y con un papel clave en la organización de las últimas campañas, será el secretario general y, por tanto, el número 2. Tras él, hay siete vicesecretarías, donde destacan concejales capitalinos como José Miguel Luque, con el cargo de adjunto a la Presidencia, e Ignacio Flores, con la Vicesecretaría de Coordinación de Distritos. El cuadro de peso lo completan Virginia Pérez (Organización), María José Rodríguez Gavira (Ideas, Programas y Formación), Mariló Ortega (Política Sociales), María Eugenia Romero (Empleo y Economía) y Fernando Rueda (Ordenación del Territorio, Urbanismo y Vivienda). Con esa calma que da una sola candidatura, todos fueron loas para Bueno. Una de ellas fue la del presidente de honor del PP andaluz, Javier Arenas, que aunque no tiene mando en plaza, su discurso sí sienta cátedra en el partido.
Sin que estuviera en el guión de la cita, Arenas tomó el micrófono para defender la elección de Bueno como "un acto de justicia" e incluso pidió disculpas ya que hubo momentos en los que no fue justo con él a la hora del reparto de las cuotas de poder en el partido. Una deuda que Arenas saldó ayer con su voto y enarbolando sobre el atril "la lealtad" del nuevo presidente del PP sevillano no a su persona "sino al partido". Esas alabanzas llegaron acompañadas de un halo de triunfalismo en el PP de Sevilla, que blandió un informe de gestión en el que destacó su recorte de votos frente al PSOE en las tres elecciones celebradas -municipales, generales y autonómicas, en este orden-. Así lo hizo el vicesecretario general saliente, Beltrán Pérez, que enarboló que ese recorte ha permitido "un empate técnico" después "de los mejores resultados de la historia" a la vez que defendía que, frente al desencanto hacia la política de la ciudadanía, el PP creció en 3.000 afiliados: de 19.000 a 22.000 militantes en Sevilla en cuatro años.
"No veas cómo le ha cambiado la cara al alcalde de Espartinas, que antes estaba solo en los plenos de las Mancomunidades", bromeaba el alcalde de Gelves, José Luis Benavente, al incidir en que su partido pasó de ostentar 7 a 17 alcaldías en la provincia.
Sin embargo no todos fueron parabienes y hubo toques de atención desde la militancia "No se percibe autocrítica", reprochaba sobre el atril Chari García, militante del PP en la capital, que incidió en que, pese a todo, se perdió en la provincia, algo que "aunque es un progreso, muchos lo hemos vivido como un fracaso". "Hace falta un buen diagnóstico porque perdimos y Rajoy necesita ganar en Andalucía y en Sevilla", indicó en una enmienda aceptada por los compromisarios y que sirvió para encauzar un discurso orientado hacia la búsqueda de la victoria de los populares en la provincia en 2015.
Todos los ponentes hicieron mención a ese año, donde se celebrarán elecciones municipales, claves para el devenir de una provincia en la que el PSOE tiene su bastión. El más vehemente en lo que todos calificaron como "un sueño" fue el nuevo número 2 del PP sevillano. Eloy Carmona defendió que "el 2015 está ahí y os animo a que en cuatro años suba a este estrado un presidente de la Diputación y que diga que la provincia no es una mancha roja sino la guinda del pastel que nos comimos en las elecciones".