Cristina y Juan están acostumbrados a estar separados por motivos laborales y aunque cuando decidieron casarse, el pasado abril, fijaron su residencia en Cádiz, donde ambos trabajaban entonces, la convivencia diaria les ha durado poco. Cristina es médico y soprano, ambas de formación y profesión. Por ello, siempre ha combinado trabajos eventuales en el SAS sin dejar de lado su carrera de cantante, lo que la llevó a vivir tres años en Alemania para completar su formación. Años en los que mantenía una relación con Juan que, como profesor de Secundaria, tiene su plaza fija en Cádiz.
Buscando un trabajo más estable que los conciertos pero relacionado con la música, y que a la vez la permitiera seguir actuando, Cristina se presentó a las oposiciones para profesora de canto en los Conservatorios Superiores y este curso la han llamado para el de Almería. Así, desde el lunes por la tarde al miércoles vive allí aunque ha decidido pagar una pensión. "Un piso me costaba lo mismo y ya no me apetecía compartir", señala. El resto de días, con suerte, puede ver a Juan pero no son pocos los fines de semana que sale de gira y Juan le acompaña "sólo a veces". Reconoce que esta forma de vida supone "un gasto adicional" y también un cierto caos organizativo. "Mi casa es un lío, hasta que yo no llego no pongo orden. Él dice que va a hacer mucho y luego nada", se queja.
Aunque están acostumbrados, esta vez también se lo pensó más porque ya se habían casado y sabe que si tienen hijos, la cosa se complicará. "Depende de la otra persona, yo reconozco que otro ya se hubiera cansado", dice Cristina, de 33 años. Sin embargo, Juan fue el primero en animarla a irse a Almería. "Él dice que prefiere verme menos pero que yo esté realizada con lo que hago a tener a su lado a una mujer todos los días pero amargada".
