El Betis viajó y empató a tres en Alcorcón, Municipal de Santo Domingo, con un billete de ida sin retorno propiamente dicho. El siguiente AVE que tome el equipo verdiblanco rumbo a Madrid debe ser una escala con destino Barcelona o Zaragoza… o dejarle directamente a las puertas de Vallecas, el Calderón o el Bernabéu. Ese es el gran significado del último viaje y el último buen resultado ‘a domicilio’ del Betis de Mel en esta Liga Adelante. Queda un partido, un trámite, pero el Betis es de Primera, con su entrenador recién renovado (¿no lo estaba ya…?). Y en Primera…
En la Primera División 2011-12, si es que el fútbol y este país aún se parecen a lo que son (?) hoy, este Betis turbulento, inquietante, ¿indignado…? no tiene otro remedio que presentar otra cara. Sin hablar del sucesor de Gordillo en la presidencia, un puro formalismo, aquí vienen dos palabras clave: ‘estructura’ y ‘programa’, no como el ‘pograma’ de Semana Santa, sino más bien como el programa de izquierdas en el que tanto insistía Julio Anguita en su extinguido Califato Rojo. Sin la estructura del programa o sin el programa de la estructura, poco puede esperar el Betis de su regreso a Primera… excepto un rápido regreso a Alcorcón y no precisamente en clase preferente.
Ya renovado Mel (más vale pájaro en mano que ciento volando, y a expensas de la Ley Concursal), el Betis debe resolver su situación judicial, el refuerzo de la plantilla (¿Emana…?) y la orientación general de una sociedad deportiva a la que casi exclusivamente vertebra el impulso sentimental de su afición: no mucho más. No es presentable a estas alturas que las decisiones de un club en 2011-12 dependan del pensamiento personalista de un Juzgado, ni que se plantee la captación de fondos para sobrevivir como una especie de aventura o hazañas bélicas. O el Betis se estructura para caminar sobre esas aguas, o se hundirá en ellas y tocará en el fondo del AVE que lo llevará de vuelta a Alcorcón.
