Local

El próximo lunes, más difícil todavía

Mariano Rajoy demostró anteanoche, sin despeinarse, estar preparado para asumir la presidencia del Gobierno. Zapatero le dio adecuada réplica, pese a un primer tiempo a la defensiva. Y el debate concluyó, punto arriba punto abajo, en tablas. Pero es lo menos interesante, porque no hay fuerza humana capaz de convencer a unos y otros partidarios de que su jefe de fila perdió.

el 15 sep 2009 / 00:38 h.

Mariano Rajoy demostró anteanoche, sin despeinarse, estar preparado para asumir la presidencia del Gobierno. Zapatero le dio adecuada réplica, pese a un primer tiempo a la defensiva. Y el debate concluyó, punto arriba punto abajo, en tablas. Pero es lo menos interesante, porque no hay fuerza humana capaz de convencer a unos y otros partidarios de que su jefe de fila perdió. O ganó, según desde el lado de donde se mire.

El debate en la cumbre se ha revelado como un espacio de masas, con más espectadores que el fenecido tomate y, a escala, casi tantos como el de la copla andaluza. En el partido de vuelta, el próximo lunes, los contendientes, arbitrados por Olga Viza, deberán hacer el más difícil todavía, con triple salto dialéctico incluido y paseo por el alambre sin red mientras rugen debajo los leones. El que se escantille puede ser devorado por la opinión pública. O no.

Estamos en una sociedad madura y adulta. Cada quien sabe lo que va a votar y la inmensa mayoría se toma los debates a título de inventario y, en el mejor de los casos, como un rutilante espectáculo de los que entran pocos en kilo. No imagino a mis conocidos y próximos cambiando su voto porque hayan sido abducidos por Z o por R a través de la pequeña pantalla. En este mundo de la comunicación y de la sociología política casi todas las teorías valen: que si hay un 5 por 100 de indecisos, que si se pretende movilizar a los potenciales abstencionistas... Pero de verdad no podemos evaluar el peso específico de los debates ni su efecto real sobre las urnas.

Lo cierto es que su celebración constituye en medio mundo un ejercicio democrático de primera magnitud y que a través del directo en TV los ciudadanos sopesan la preparación y el estado de ánimo de sus líderes, el color de la corbata elegida y hasta si a Rajoy le quedan cortas las mangas de su terno azul o si la legislatura ha dejado alguna secuela en las cejas de Zapatero. En adelante, los debates electorales formarán parte insoslayable de las campañas y no se entenderá que un candidato objete su conveniencia y utilidad. Serán actos reglados, acaso en el futuro incluso por ley.

Las espadas siguen en alto. Si el próximo lunes el debate está tan equilibrado como el que vimos el lunes, PSOE y PP alcanzarán la meta del 9 de marzo en situación de virtual empate técnico, lo que querrá decir que cualquier resultado será posible y cualquier pronóstico aventurado e incierto. No se había dado en nuestro rodaje democrático una elección como la presente cuando casi todo parece indicar que podría haber foto-finish.

La última semana de campaña terminará por decidir a los dubitativos y contribuirá a movilizar a unos u otros según quien haya logrado mayor nivel de agitación tras el debate. De ahí el interés y la expectación del segundo encuentro que el próximo lunes, 3 de marzo, mantendrá ante el televisor a un número nunca visto de espectadores para un programa de carácter político.

Periodista: gimenezaleman@gmail.com

  • 1