¿Y eso cómo se hace? Calculadora en mano. La primera vía pasa por, siguiendo la misma estrategia de trabajo calle a calle de las generales, pasar de los 441.000 votos de las últimos comicios a 460.000. 19.000 más, de los que 7.064 estarían en la capital -principalmente en Cerro-Amate, Este y Miraflores-, donde se aspira a 147.000 votos aunque esto suponga volver a perder con el PP que rebasa los 166.000. El resto los tendrían que asumir municipios como Alcalá o Dos Hermanas. Son 19.000 personas que han votado al PSOE pero que se han distanciado de él, y a las que se quiere recuperar mediante las dos grandes armas que ha proporcionado el Gobierno central del PP a los socialistas: la reforma laboral, y un cierto "descrédito" por el incumplimiento de las promesas realizadas a nivel estatal y municipal, con el gobierno de Juan Ignacio Zoido en la capital. La línea de trabajo es clara: campaña cercana, pocos grandes actos, puerta a puerta, visitas contadas de los dirigentes federales del partido y, sobre todo, mensajes directos que se empezarán a materializar esta semana: actos enarbolando la bandera de la igualdad de género frente al PP con el 8 de marzo como escenario de fondo y un liderazgo en las movilizaciones sindicales contra la reforma laboral -esta semana habrá otra cita con sindicatos-.
Pero no basta con recuperar al votante socialista. La segunda línea de actuación pasa por apuntar directamente al electorado de Upyd. Las 58.000 personas que dieron su voto a Rosa Díez el 20-N. El PSOE cuenta con una caída natural de este votante al ser una formación personalista con un discurso de ámbito nacional y confía en poder recuperarle 8.000 votos, la mayor parte de ellos en la capital. Lo suficiente para que no llegara al 3% mínimo y, por tanto, el escaño pasara al PSOE. Esta vez no habrá llamadas al voto útil para evitar el trasvase con IU, ahora el centro de atención será Upyd. "Es una formación que no cree en el estado de las autonomías, ni en Andalucía y que tiene un mensaje sin fondo. Es un voto para un pacto con el PP", llegan a argumentar desde el equipo de campaña que en la capital coordina Juan Espadas.
Hasta aquí lo posible. Perder y gobernar. Dejarse 100.000 votos en el camino, pero sacar más diputados que el PP. Pero lo casi imposible también está planteado. El tercer objetivo de la campaña en Sevilla pasa por alcanzar 52.000 votos más que el 20-N -19.000 en la capital-, de los que 15.000 vendrían del PP y 10.000 de Upyd, una cifra que daría el décimo diputado al PSOE. Y la cuarta meta se fija en llegar a 89.000 votos más y recuperarle 44.000 al PP. Dicen las calculadoras que estos dos escenarios son posibles. Pero dependen de factores tan poco probables, como que haya ya miles de arrepentidos del PP que provoquen que los populares caigan por debajo de los 409.547 votos del 20-N; o que ni los ERE ni el paro ni 30 años de gobierno, ni las crisis internas supongan desgaste alguno. De ahí que las calculadoras se hayan reajustado en busca de lo alcanzable. Y de ahí que la pelea que el PSOE empieza esta semana sea sobre todo un sprint por lograr el noveno diputado. Por volver, parafraseando al expresidente de los socialistas sevillanos, Fernando Rodríguez Villalobos, a "salvar los muebles en la provincia".