Adiós ZP, bienvenido Rubalcaba. Sin eslóganes. Con experiencia, solvencia y prometiendo cambios, pero sin prisas. Esas son las tres cualidades que más destacan del nuevo líder del PSOE quienes han apostado por Alfredo Pérez Rubalcaba. El 51,16%, 487 de los 955 delegados que votaron decidieron, por 22 papeletas de diferencia, que él fuera el secretario general del Partido Socialista. El 38 Congreso no ha sido el de la ruptura ni el de la renovación radical. Los socialistas entienden que el hombre que se enfrentó a las urnas el pasado 20 de noviembre y perdió cuatro millones de votos, 700.000 en Andalucía, es quien debe seguir al frente del barco en pleno naufragio. Nada de experimentos ni de urgencias. La catalana Carme Chacón se quedó con 465 votos (48,84%) en un recuento de vértigo que reprodujo la tensión y la incertidumbre respecto al ganador hasta el último minuto. Ella fue la primera persona con quien se reunió Rubalcaba al comenzar los contactos para conformar su ejecutiva. Una negociación que irá para largo y que también sentará a los diferentes líderes autonómicos del partido.
Según los detalles que brindó la organización, en una de las cinco urnas hubo empate, en dos ganó Rubalcaba y en otras dos ganó Chacón. El resultado fue apretado, más incluso de lo que esperaba el equipo del ganador, que manejaba una horquilla de 30 votos de ventaja. Creen que los socialistas de Andalucía finalmente han votado divididos, incuso con una ligera ventaja a favor del ganador, y que ha habido fugas en Galicia o Aragón. Los números ya no importan. Ahora la principal tarea de Rubalcaba es cerrar una ejecutiva federal, que hoy aprobará el plenario, dirigida a taponar heridas, a mostrar “unidad”. “Sin sectarismos, sin facturas ni salvoconductos”, como apuntó el propio candidato tras su victoria.
Rubalcaba asume el gran desafío de sacar al PSOE del peor hoyo electoral de su historia y de acabar con la ola del Partido Popular. Su primer reto será tratar de que ese tsunami no alcance a Andalucía, donde se celebran elecciones el próximo 25 de marzo y el PSOE está en cuidados intensivos. Roto. Dividido. Y con las encuestas más en contra que nunca. La apuesta de la ejecutiva regional del PSOE andaluz a favor de Chacón y la tensión que esto ha generado en el partido, desgarrando en dos el corazón del socialismo, debe ahora reconducirse. Rubalcaba, según sus colaboradores más cercanos está dolido con José Antonio Griñán, que ha jugado a una “neutralidad activa” engañosa, puesto que su número dos, Susana Díaz, ha trabajado muy activamente a favor de la catalana, incluso con “presiones ilegales e inmorales”, denunció el secretario provincial del PSOE de Sevilla. Pero esos mismos aseguran que nadie conoce a Rubalcaba si creen que ahora se cobrará facturas o venganzas. El cántabro se paseó con el líder andaluz y recordó que su prioridad son las elecciones andaluzas. “Pepe, desde el lunes, cualquiera que sea el resultado, yo seré el primer activista para la victoria en Andalucía”, dijo antes de vencer.
La madrugada se preveía larga y al cierre de esta edición no se conocían aún puestos como el de la Presidencia o la Secretaría de Organización. Rubalcaba, que se esforzó por subrayar la “unidad” del PSOE y el mensaje de que ahora toca trabajar, ya dijo que no quiere rubalcabismo. Prometió una ejecutiva con personas de todos los territorios pero que no esté “al servicio de los territorios”. Con más mujeres y militantes de todas las edades. “Sé que no puedo hacer la misma ejecutiva de hace 20 años”, dejó claro para quienes consideran que su ascenso a la secretaría general supone convertir el postzapaterismo en postfelipismo. Deberá decidir si la presidencia la sigue ostentando el andaluz Manuel Chaves, lo que supondría un revés a la dirección andaluza del PSOE que ha venido defendiendo la “renovación” de los seis nombres andaluces de la actual ejecutiva. Pero sabe Griñán que debe acudir a negociar “sin condiciones” y aseguró que lo haría. “Lo que él quiera”, aseguró. Quizás una de las socialistas andaluzas que más ha apoyado al flamante secretario general ha sido Micaela Navarro. Ella ayer a última hora negaba saber si irá o no a la ejecutiva.
También queda por ver si Rubalcaba es un dirigente de transición, una apuesta segura hasta dentro de un par de años, cuando alguien más joven (él tiene 60) dé un paso al frente para ser el candidato que se enfrente a Mariano Rajoy, previsiblemente en 2016. Esa fórmula se ha barajado mucho. Incluso se han apuntado nombres como el del lehendakari vasco, Patxi López, o el de Eduardo Madina. Ellos también podrían estar en su equipo.
Rubalcaba, que dedicó su victoria a su “amigo” socialista Alfonso Perales, fallecido en 2006, jugó durante su campaña a no arriesgar. La estrategia de Chacón fue inversa: la de ofrecer otro enfoque, otro discurso, otro lenguaje. Empujado por la catalana, el líder socialista no descartó las primarias para elegir secretario general o candidato. Pero siempre bajo un “habrá que verlo, estudiarlo”. Quizás una de las propuestas más rupturistas, más a la izquierda la ofreció ayer, cuando jugó su órdago en su discurso final y aseguró que se planteará “seriamente”, frente al retroceso de 30 años que supone –dijo– el PP, romper el acuerdo con la Santa Sede. Ayer el PSOE aprobó esta propuesta.