James dispara a puerta ante varios jugadores del Córdoba. Foto: EFE. Un cabezazo del francés Karim Benzema y un disparo lejano final del portugués Cristiano Ronaldo rescataron a un Real Madrid apático, que fue silbado por la afición del Santiago Bernabéu, para vencer con sufrimiento a un recién ascendido como el Córdoba (2-0), que buscó el empate con descaro. Recibió al Córdoba tras un solo triunfo de siete partidos de pretemporada. Jugando a un ritmo bajo, sin apenas desequilibrio, añorando la figura de su agitador número uno, Ángel Di María, traspasado en una buena operación económica pero sin argumentos a su favor en lo deportivo. El italiano Carlo Ancelotti incidió con el colombiano James Rodríguez fuera de sitio, en una demarcación incrustado en el centro del campo donde le cuesta más. El Córdoba encajó de la única forma de la que no debía encajar, un error de concentración a balón parado. En media hora había hecho todo bien. Su ilusión se transformó en desparpajo sobre el césped del Santigo Bernabéu. Sin intimidarse en su regreso a la elite 42 años después. Salió a jugar y no encerrarse, y hasta pisó área rival. De un arreón, el Real Madrid se adelantó en el marcador. Enganchó cuatro llegadas consecutivas con un pase picado de James que Kroos enganchó en semifallo, un disparo desde fuera del área del alemán y un centro que se enveneno de Benzema que provocó el córner de su gol. Casillas intervino a disparo de Matos cuando el nerviosismo ya se había instalado en el Bernabéu. Fidel remató arriba en el 70' y un minuto después se iba de Arbeloa, chutaba abajo y el rechazo de Casillas lo convertía en gol Xisco en fuera de juego. Reaccionó Ancelotti metiendo a Isco en búsqueda de velocidad y fluidez ofensiva, señalando a Arbeloa que se marchó con una tremenda pitada, para ganar profundidad con Carvajal por la derecha y buscando recuperar el equilibrio perdido en la medular quitando al nueve, Benzema, por Khedira. Le dieron resultado los cambios y acabó ampliando un triunfo sin brillo con un disparo lejano de Cristiano Ronaldo en el último suspiro, que se envenenó con un bote que hizo inútil la estirada de Juan Carlos.