En sólo diez días, en una caja llena de posos de café que puedes dejar en la encimera de la cocina, crecen setas comestibles. Parece mágico, pero sólo es ecológico, sostenible y uno de los ejemplos de economía circular que se presentaron ayer en el VII Encuentro Emprendeverde, organizado por la Fundación Biodiversidad en su sede de Sevilla bajo el lema Economía circular y emprendimiento verde. Si el reciclaje, el decrecimiento o la sostenibilidad no son lo suyo, apunte un dato: se trata de uno de los sectores más «generadores de empleo local y no deslocalizable» en estos momentos, como no se cansaron de repetir todos los ponentes. «El 27 por ciento del empleo verde está vinculado a los residuos», aseguró la subdirectora de Residuos del Ministerio de Agricultura, María José Delgado, en la apertura de las jornadas. El caso de Héctor Cava, responsable de Setas Pocket, es un ejemplo de autoempleo y de reciclaje de sí mismo. Tras perder su trabajo, este arquitecto técnico terminó indagando en el campo de la economía circular, que se basa en la necesidad de aprovechar los residuos para no contaminar más el planeta, y apostó por el cultivo doméstico de setas de ostra gurmet en posos de café. En el mundo del reciclaje «no se trata sólo de inventar empresas nuevas, sino de actuar en las que ya funcionan», explicó durante las jornadas. Así que de esos posos de café que los bares de su entorno solían tirar a la basura, él ha extraído una materia prima que, controlando su humedad y densidad, envuelta en plástico y metida en una caja de cartón, te llega a casa lista para cultivar. Las setas salen en diez días y no necesitan condiciones especiales de luz o temperatura. Una vez recogidas las dos cosechas, los restos son un «excelente» abono para las macetas. Las cajas se venden por internet, y ya se está creando una red de distribución física. El precio, 12,90 más gastos de envío, puede ser algo elevado, pero este emprendedor reivindica la experiencia: «¡Hay quien nunca ha visto crecer una seta! Con este pack es sencillo, divertido y tan rápido que puedes verlo». Cava puso en marcha el negocio en febrero y lleva vendidos unos 400 packs. Su capacidad de producción es de unos 80 paquetes semanales y, además de su puesto de trabajo, tiene un colaborador a media jornada. «Aún no da para los sueldos, pero le vemos futuro», mantuvo en su ponencia. Distinto es el caso de Eco al cuadrado, que ya es rentable. El año pasado comenzó a reciclar cedés, DVD, materiales de marketing obsoletos o restos de promociones de quioscos, que solían acabar en el vertedero porque nadie se ocupaba de separar sus componentes. Aludiendo a la reciente aparición en el desierto de Nuevo México de decenas de los videojuegos para consola de E.T. que se enterraron tras su fracaso comercial, Miguel Simancas sentenció: «Es como si enterrásemos nuestro dinero». El responsable de desarrollo y exportación de Eco al cuadrado, que acudió junto al socio José Sevilla, explicó que aquí la rentabilidad está en los grandes volúmenes, que recogen en industrias o almacenes que, al cedérselos, se libran del gasto de llevarlos al vertedero, por lo que en muchas ocasiones lo reciben gratis. El ejemplo: el plástico de invernadero es polietileno, muy degradado pero recuperable, y puede venderse a 130 euros la tonelada. La empresa, con cinco trabajadores, ha firmado convenios con entidades de personas con discapacidad intelectual y con dos prisiones para el separado de los componentes y ayer se interesó por una fundación de discapacitados con la que podría colaborar en Córdoba, donde ya retiran botellas de plástico de una empresa para reciclarlas. El último ejemplo fue el del profesor de la Universidad de Córdoba Rafael Luque, que lleva años investigando otros usos para cáscaras de naranja aceites esenciales, disolventes, biocombustibles...; restos de mataderos, de donde se extrae colágeno para productos de belleza; o cáscaras de arroz, que pueden convertirse en sílices para la construcción. Su queja: que tiene capital chino y pronto estadounidense, pero sus intentos de lograr socios españoles han chocado contra un muro. El presidente de honor de la Fundación para la Economía Circular, Carlos Martínez Orgado, recordó que este enfoque busca aprovechar mejor los recursos no sólo para no castigar al medio ambiente, sino también para lograr más beneficios al crear riqueza de productos de desecho. La economía circular, que apuesta por un menor consumo y un mejor aprovechamiento de los recursos mediante el segundo uso, la reutilización, el reciclaje o la reparación, es una de las siete iniciativas de la Estrategia Europa 2020, que busca un crecimiento económico inteligente y sostenible.