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El regreso de los mutantes a los cines

Matthew Vaughn ('Stardust','Kick-Ass') es el encargado de firmar el filme con el que Marvel espera poder reiniciar la franquicia de los hombres X en la gran pantalla.

el 03 jun 2011 / 15:57 h.

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La nueva entrega de X-Men espera superar el fracaso de su última película.

Tras el pistoletazo de salida oficioso que había supuesto la temprana adaptación de Blade en el año 1998 (un filme que pasó sin pena ni gloria pero que, visto entonces y revisado ahora supuso un esfuerzo nada desdeñable por parte de la New Line) y antes de que en 2001 Spiderman arrancara en firme la actual y desaforada fiebre por las adptaciones de cómic cinematográficas, Marvel se unía a la Fox para, de la mano de Bryan Singer (que hasta entonces contaba en su haber con la magistral Sospechosos habituales y la correcta Verano de corrupción), llevar a la gran pantalla a una de sus franquicias más populares, la de los hombres X o mutantes.

Una tarea nada sencilla por muchos motivos pero que Singer llevó a cabo con una presteza que no se valoró en su justa medida en el momento de su estreno. Para empezar, el director (que también sería responsable de la historia) nunca había leído cómics de mutantes hasta la fecha, algo de lo que el guión y la película se beneficiarían sobremanera por la fresca aproximación que se realizó sobre unos tebeos que llevaban ya cerca de cuarenta años publicándose. Este último hecho suponía también un grave problema de cara a que los lectores de toda la vida aceptaran de manera natural las muchas licencias que la cinta se llegó a tomar , siendo precisamente dos de ellas las que acabarían por acaparar todo el protagonismo desde el momento de su estreno. Por un lado, los Marvelzombies (apodo "cariñoso" por el que se conoce a los seguidores de la editorial) arremetieron de frente contra el vestuario de la cinta, que cambiaba los vistosos colores de los trajes de sus héroes por sobrias versiones de cuero negro. Por el otro, no obstante, un personaje lograba poner de acuerdo a todos aquellos que veían la cinta, convirtiéndose instantáneamente en un icono; nos referimos, cómo no, al Lobezno encarnado por Hugh Jackman.

De repercusión moderada en la taquilla (el público no supo ver el enorme potencial de lo rodado por Singer), la Fox concedió no obstante a Singer y Laurence Shuler Donner (productora del filme y exesposa de Richard Donner, el director, entre otras muchas, del Superman original) la venia de poder rodar una segunda entrega con el fin de explorar el extenso potencial de Lobezno y su difuso pasado.

X-men 2 llegaba a los cines en el año 2003, y esta vez el público respondía de forma masiva ante una cinta que superaba de forma espectacular los resultados tanto artísticos como de taquilla de la primera parte, convirtiéndose en uno de los mayores éxitos del año y garantizando que volveríamos a encontrarnos con los mutantes en una tercera entrega que, en principio, era contemplada por los productores como un capítulo más, que no el último, en una saga de la que no había previsto un final concreto.

Pero antes incluso de que arrancara la producción de la citada tercera entrega, varios problemas comenzaron a apuntar a lo que finalmente terminaría concretándose en un filme tremendamente mediocre, siendo el principal de ellos el abandono de Singer de la silla del director para poder centrarse en otro proyecto que le parecía mucho más atractivo, el de Superman returns (cuya historia daría para otro artículo igual de extenso que este). Con el puesto de realizador disponible, muchos fueron los que se barajaron, siendo Brett Ratner (director de Dragón rojo, la poco más que correcta precuela de El silencio de los corderos, o de las tres muy olvidables entregas de Hora punta) el elegido para poner en pie una historia desangelada como la que más que convenció a muy pocos y supuso un final prematuro para las aspiraciones de la Fox de poder seguir sacándole partido a las aventuras de Lobezno, Tormenta, Xavier y compañía.

Con todo, si la recaudación de La decisión final no alcanzó lo deseado, ello no fue suficiente escollo para que, tres años después, la Fox estrenara Lobezno orígenes, un spin-off centrado en el mutante canadiense que, de nuevo, quedaba bastante lejos de colmar las expectativas que había levantado.

Y así habría quedado la cosa si no fuera porque lo último que se puede esperar de Hollywood es que se olvide de una idea que, en algún momento ha generado pingües beneficios, única razón por la que se estrena ahora esta nueva incursión en la historiografía cinematográfica de los mutantes que, a la espera de concretar esa cuarta entrega que sigue en el futuro de los proyectos de Shuler-Donner (amén de una segunda parte de Lobezno y un filme centrado en el personaje de Masacre interpretado por Ryan Reynolds), decide trasladar su acción al pasado para contarnos los comienzos del grupo liderado por Charles Xavier.

Con la lección bien aprendida tras el fiasco de X-men 3, Marvel y Fox (aunque la primera sea ya productora capaz de autofinanciar sus filmes, hay que tener en cuenta que la segunda sigue teniendo derechos legales sobre la franquicia en su traslado a la gran pantalla) no han querido correr riesgos, otorgando en esta ocasión la responsabilidad de llevar la batuta a un Matthew Vaughn que tras las excelentes Stardust y Kick-ass (sendas adaptaciones de dos brillantes novelas gráficas) ha probado de forma sobrada sus incuestionables dotes para saber lo que funciona y no de cara a los aficionados a los tebeos y, sobre todo, al público en general.

Contando con un reparto completamente renovado, del que sobresalen James McAvoy (Wanted, Expiación) como el profesor Charles Xavier y Michael Fassbender (Malditos bastardos, 300) como Erik Magnus Lensherr, el temido Magneto, la acción de la cinta se sitúa en los años 60; los inicios de la era espacial y una época rebosante del sentimiento de esperanza del Camelot de JFK, pero también el punto álgido de la Guerra Fría, cuando las crecientes tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética llegaron hasta tal punto que el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear total en lo que la historia conoce como la Crisis de los Misiles Cubanos. En ese momento , la cinta (al igual que los cómics de Stan Lee y Jack Kirby) nos narra el descubrimiento por parte de la humanidad de la existencia de los mutantes.

Es durante este período cuando Charles Xavier conoce a Erik Lehnsherr, dos jóvenes inmersos en el proceso de descubrir sus poderes. Antes de ser archienemigos, eran los más íntimos amigos y trabajaban juntos con otros mutantes para detener la mayor amenaz

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