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El relato de un crimen sin final

El juicio a los cuatro adultos implicados en el crimen de Marta del Castillo arranca hoy. Durante el próximo mes y medio las acusaciones tendrán que acreditar que la joven fue violada y asesinada.

el 16 oct 2011 / 17:11 h.

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Imagen de la expectación que despertó la reconstrucción del crimen realizada durante la investigación.
El reloj del ordenador de Marta del Castillo marcó las 17.30 horas de la tarde. Era la hora a la que aquel fatídico 24 de enero de 2009 había quedado con Miguel Carcaño, un joven con el que había mantenido una esporádica relación. Nada hacía presagiar que por delante le quedaran sus tres últimas horas de vida. Nada le podía hacer pensar que se estaba montando en la moto del hombre que tres horas después la violaría y acabaría con su vida. Éste es el relato que la Fiscalía defenderá a partir de hoy en el juicio contra los cuatro adultos. El relato que sienta a Miguel en el banquillo por asesinato y violación y por el que se enfrenta a 52 años de cárcel.

 

A esa hora Marta estaba chateando en su ordenador con una amiga, cuando el porterillo electrónico del número 3 de la calle Argantonio sonó. La joven, de 17 años, cortó rápidamente la conversación con su amiga, a la que le dijo que la tenía que dejar porque Miguel, ese joven de rostro angelical y que se ponía lentillas azules para ganarse a las niñas, la estaba esperando.

Le dijo que luego la llamaría, pero nunca pudo hacerlo. Eran las 17.35 horas cuando Marta se despidió de su madre, dándole un beso y diciéndole que se iba con Miguel, porque tenía un asunto que hablar con él. Sería la última vez que Eva Casanueva vería a su hija.

Ya en el portal se cruzó con su padre, del que se despidió con otro beso. Antonio del Castillo le preguntó adónde iban y le pidió que no corrieran al ver al Miguel a lo lejos subido en su ciclomotor. La joven, de ojos verdes y pelo rubio, se subió en la moto y ambos se perdieron por la calle en dirección a Nicasio Gallego, donde llegaron sobre las 17.45 horas. Marta había quedado ahí con una amiga y compañera de clase para darle unos apuntes. Tras entregárselos se dirigió con Miguel hacia la Plaza de Santa María de Odaz.

Allí les esperaba su pandilla de amigos y otro de los implicados en el crimen. El joven, entonces menor de edad, que según la confesión de Miguel Carcaño también violó a Marta y luego apretó el cable de una alargadera hasta asfixiarla, el conocido como el Cuco.

En aquella plazuela los dos jóvenes estuvieron aproximadamente una hora, entre las 18.00 y las 19.00 horas. Antes de marcharse, Marta y Miguel quedaron en verse después con el Cuco en el piso que Carcaño tenía en la calle León XIII, un piso heredado de su madre, que había fallecido hacía unos años. Sin embargo, Miguel no vivía allí porque hacía unos meses que se había mudado a la casa de los padres de la que entonces era su novia, en Camas. Quien sí residía era su hermano Francisco Javier Delgado, que tampoco hacía mucho que se había mudado allí tras separase de su mujer.

A eso de las 20.05 horas, Marta y Miguel llegaron a Triana, a un quiosco situado en el puente del mismo nombre. Estuvieron hablando unos minutos con un amigo de Marta relacionado con las cofradías trianeras, de las que ella era muy devota. Poco después se marcharon hasta el piso de León XIII, tal y como habían quedado con el Cuco. Cuando llegaron el hermano de Miguel estaba terminando de arreglarse para marcharse a ver a su hija. Miguel le contó que venía con Marta y que no iban a estar mucho rato. Minutos después Javier salía del domicilio.

Cuando Marta y Miguel estaban ya solos en la vivienda llegó el entonces menor de edad. Los tres estuvieron un rato en el salón charlando, mientras los dos chicos bebían ron y se fumaban unos cigarrillos de hachís. Marta estaba sentada entre ambos cuando Miguel intentó besarla. Ante el rechazo Miguel se levantó despechado y la chica le siguió pidiéndole que no se enfadara, sin saber que la reacción de él sería asestarle un puñetazo en la cara. Sería el primero de otros muchos golpes, a los que se unieron los del menor de edad, que también se levantó del sofá para agredir a la que era su amiga.

Luego, entre los dos se llevaron a Marta, que sangraba debido a los golpes en la cara, hasta la habitación de Miguel Carcaño. Primero la descalzaron, le quitaron los calcetines y el resto de la ropa. Luego la tumbaron a la fuerza sobre la cama, mientras la chica les pedía que la dejaran ir y decía que no contaría nada. Sin embargo, para acallar sus gritos le metieron un calcetín en la boca. El Cuco cogió una navaja que él mismo, que coleccionaba este tipo de objetos, le había regalado a Miguel, para amedrentar a la chica, mientras Carcaño la violaba. Después se intercambiaron.

Los dos decidieron acabar con la vida de Marta para ocultar la agresión sexual que acababan de cometer, así que la bajaron de la cama, la pusieron de rodillas y le ataron las manos a la espalda con cinta aislante. El Cuco tomó entonces una alargadera que estaba puesta en el ordenador y la enrolló en el cuello de Marta. Luego tiró con fuerza hasta que la joven cayó sin vida. Miguel decidió entonces comprobar si realmente estaba muerta, poniendo un tensiómetro que estaba en el baño de su casa en la muñeca de la joven.

Para poder deshacerse del cadáver de la chica, Miguel y el Cuco acordaron llamar a su amigo, que también será juzgado a partir de hoy, Samuel Benítez. Fue el menor el que salió a la calle para llamarle desde una cabina. El joven, que estaba en Montequinto cuando recibió la llamada, acudió a ayudar a sus amigos. Así, llegó a León XIII tras quedar con el Cuco en casa de éste para desde allí desplazarse en un vehículo hasta el piso de Miguel.

De madrugada, a una hora que no ha sido determinada ni por el juez del caso, ni por la Fiscalía, los tres jóvenes sacaron el cuerpo de Marta utilizando una silla de ruedas que había sido de la madre de Carcaño y que estaba aún en la vivienda. En ese momento, Javier y su novia, María García, también estaban en la vivienda, ya que ella había llegado, ajena a todo lo ocurrido, al piso para estudiar. De hecho, cuando Samuel y el Cuco llegaron a León XIII, Miguel y su hermano ya tenían el cuerpo en el salón, donde lo estaban envolviendo con una manta. Javier amenazó entonces al menor con que si contaba algo de lo ocurrido le pasaría algo muy grave a su familia.

Fueron los tres jóvenes quienes sacaron el cuerpo del piso. Primero, Miguel sacó la silla de ruedas al vestíbulo del portal -la vivienda del joven es un bajo- y de ahí a la calle. Mientras tanto, Samuel y el Cuco cogieron el cuerpo para poder sortear los obstáculos y estrecheces del bloque. Ya en la calle colocaron el cadáver en la silla de ruedas, apoyado transversalmente en los reposabrazos, transportándolo así hasta el vehículo con el que Samuel y el Cuco llegaron a León XIII.

Los tres ser marcharon de la vivienda, pero antes, los cinco implicados limpiaron concienzudamente las huellas y todos los vestigios que pudieran delatar que en el piso acaba de ocurrir un crimen. Además, tiraron la navaja tipo mariposa con la que habían amenazado a Marta a una alcantarilla que está justo delante del bloque de Miguel. De hecho, el arma fue localizada por la Policía Nacional al día siguiente de que Carcaño confesara, un mes después de ser detenido, que él y el Cuco habían violado y matado a la joven.

Éste es el relato que las acusaciones, la Fiscalía y la familia de Marta, defenderán desde hoy mismo. Sin embargo, el final del crimen está aún por escribir, ya que el paradero del cuerpo sigue siendo a día de hoy desconocido. Se ha buscado a Marta en el río y en el vertedero de Montemarta-Cónica y en la zanja de Camas, lo que le ha ocasionado al Estado un gasto de 616.319,27 euros que ahora el Ministerio Público reclama a todos los implicados.

Las defensas, en cambio, sostienen que sus clientes son inocentes. La de Miguel reclama tres años por un homicidio imprudente, ya que cree que Marta no fue violada y que murió de un solo golpe.

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