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El resumen. Irrecuperables, futuribles y el pelotón (y VI)

Estrella apagada. Las circunstancias profesionales, la irrupción de nuevos figurones y la complicada personalidad de Sebastián Castella lo fueron apartando poco a poco de una primera fila a la que el francés se había encaramado hacía dos temporadas gracias a su pasmoso valor y a una entrega que se acabó...

el 15 sep 2009 / 20:31 h.

Estrella apagada. Las circunstancias profesionales, la irrupción de nuevos figurones y la complicada personalidad de Sebastián Castella lo fueron apartando poco a poco de una primera fila a la que el francés se había encaramado hacía dos temporadas gracias a su pasmoso valor y a una entrega que se acabó quebrando antes de que, a raíz de su ruptura con Campuzano y Luis Álvarez, desapareciera voluntariamente del mapa antes del fin de la temporada 2007. Nada fue igual desde entonces y Castella sigue penando en busca de su propio grial, que en la campaña 2008 no ha sido capaz de hallar todavía.

Jekill y Hyde. Un caso singular, digno de estudio, es el del extremeño Alejandro Talavante, al que una sola novillada en Madrid le colocó en el disparadero antes de su oscura alternativa pueblerina -preparada antes de la eclosión novilleril- que preludió su paseo militar por las plazas de Madrid y Sevilla en medio de una co1munión general. Pero, hasta en las tardes cumbres persistió la duda. El efecto sorpresa no podía ocultar ciertas lagunas y una evidente doble personalidad que le acabó pasando factura. ¿Cual era el genuino Talavante? ¿El que hacía el poste y pegaba banderazos imitando la peor versión de José Tomás o el que deslizaba naturales líquidos y abría la Puerta del Príncipe en su consagración abrileña de 2007? Muy complicado lo tiene el extremeño, que deberá beber de su propio pozo, reventares a sí mismo y encontrar su verdadera identidad para volver al gran circuito. Ya ha desperdiciado los cinco talentos. Quizá quede uno enterrado.

Algunos hombres buenos. No se puede hacer ni un reproche a la honesta campaña del veteranísimo Fundi. Pero de ahí a consagrarlo como heredero de Lagartijo va un mundo. De demagogia taurina siempre vamos sobrados pero, en cualquier caso, honra y honores para el madrileño, que firmó la faena de su vida en Barcelona y se volvió a mostrar como excepcional matador de toros ante los palhas en Sevilla. Se marchó del toreo, ya era el límite ineludible, el arrojado Pepín Liria, que vivió el resumen de su propia trayectoria en la épica tarde de los victorinos de la feria de Sevilla. Una tarde que Ferrera vivió con las mismas desigualdades que su campaña. Aún hay que abrir una puerta para la esperanza para César Jiménez, orillado del gran circuito. Cada vez más quemado, Padilla mantuvo su tragicómica guerra particular y Luis Bolívar aguantó el tipo.

Un joven paladín. Depende de él mismo, de superar sus propios fantasmas. Pero tiene todas las virtudes para convertirse en una figura en ciernes por actitud, aptitud, ambición y el extraordinario concepto del toreo que atesora. Daniel Luque puede, quiere y debe ser la gran sorpresa de 2009.

Y el resto... Incapaz de cualquier esfuerzo, Finito volvió a cumplir su enésima temporada como telonero. Tampoco cumplió las expectativas creadas el francés Juan Bautista, que con Salvador Cortés -que volvió a puntuar en Pamplona- baja enteros en un panorama en el que a pesar de sorpresas puntuales como la disposición del desconocido Joselillo en San Isidro, prácticamente ya nadie se acuerda de Fernando Cruz, Curro Díaz, Conde, Salvador Vega, Urdiales, Julio Benítez, Uceda Leal o Abellán y mucho menos de los consentidos y desahuciados Gallo, Tejela o Capea ni de los perdidos Serafín Marín o López Chaves o el irrecuperable y ya senecto Aparicio. Del resto es mejor ni hablar. Así quedó esto. Feliz temporada 2009.

alvarordelmoral@hotmail.com

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