A nadie escapa la delicada situación que atraviesa el programa, no ya tanto en el ámbito industrial, cuyo desarrollo parece encauzado tras los problemas con los motores, sino desde una perspectiva financiera.
Sin contabilizar aún el sobrecoste en que se traducirán los retrasos de más de tres años en el programa, lo más delicado es, sin duda, el actual proceso de negociación mantenido entre la industria -Airbus Military y su matriz EADS, en última instancia- y los países compradores del A400M: Alemania, Francia. España, el Reino Unido, Bélgica, Turquía y Luxemburgo, junto a Malasia como socio externo.
Tampoco al Rey, que aprovechó la tribuna frente al avión para expresar su apoyo a todas las naciones involucradas en el A400M y, más allá, para "animar a todos los gobiernos y la industria a alcanzar tan pronto como sea posible un acuerdo final para llevar el programa hacia un éxito completo", dijo en un discurso en el que intercaló el español con el inglés.
Además, utilizó el avión como el "mejor ejemplo" de la interacción entre gobiernos e industria en Europa alcanzando un entendimiento mutuo, precisó, para afrontar los desafíos del siglo XXI.
El presidente de Airbus, Tom Enders, fue más incisivo en sus comentarios, al admitir las dificultades financieras del programa, por lo que pidió el "esfuerzo" de los clientes que irá "en beneficio de todos". "Espero tener pronto la certeza de que somos capaces de continuar con el programa A400M", abundó.
De hecho, el ministro de Defensa francés, Hervé Morin, afirmó tras presenciar el primer vuelo que espera que se cierre un acuerdo de financiación del programa "durante los próximos dos meses", y el director general de Airbus, Fabrice Berger, aseguró en una entrevista en La Tribune que los siete Estados que participan en el programa tendrán que asumir un incremento "significativo" en el precio.
