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Cultura

«El río, que ha hecho vivir a Sevilla, sigue siendo el gran olvidado»

La poeta sevillana María Sanz, que tiene entre otros el premio Hermanos Machado, se reconcilia con su pasado soriano a través de estos hermosos versos.

el 15 feb 2014 / 22:15 h.

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María Sanz María Sanz

Descendiente de sorianos, Marta Sanz tiene el corazón dividido entre aquella tierra castellana y su Sevilla natal. Exactamente igual que don Antonio Machado, que vino al mundo en la capital hispalense, pero descubrió muchas cosas de sí mismo y del mundo –entre otras, el amor verdadero– en los Campos de Castilla con los que bautizó uno de sus libros más emblemáticos. Esta afinidad es la que hace que la autora de Hypnos en la ventana elija para celebrar a Machado un poema como ¿Por qué, decidme, hacia los altos llanos...?, el segundo de los reunidos bajo el título Los sueños dialogados.

«El soneto es una forma clásica que me gusta, y para Machado es un medio de expresión que rompe con la línea de otros poemas suyos más largos», empieza observando la escritora. «Aquí hace alusión al río, a ese Guadalquivir florido, que contrasta con los yermos castellanos. Ese paisaje seco lo trae al sur, lo invoca como quien traslada una mata de áspero romero».

Claro que no solo se trata de cantar al paisaje por ser paisaje, sino por ser el escenario de la experiencia vital, en este caso de la experiencia amorosa. «Por eso asegura que su corazón no está donde ha nacido a la vida, que es Sevilla, sino donde ha nacido al amor, que es Soria, cerca del Duero. Se trata de una maravillosa simbiosis de paisajes, unificados por el sentimiento», apunta Sanz.

Dicho de otro modo, Machado demuestra tener un pie en la ciudad que fue su cuna, y otro en la que lo adoptó. «Lo bonito en él es el modo en que comparte su corazón. Lleva consigo –siempre lo llevarᖠel paisaje de su infancia, pero se encamina a la esencia castellana. No proyecta allí la luz de Sevilla, pero tampoco la olvida.En su poesía hay espacio para los limoneros y los naranjos, pero también para el ciprés erguido».

Para la poeta, la Sevilla de Machado es «un paraíso infantil que ha vivido sin mucha conciencia, más bien a través de intuiciones», mientras que en los campos castellanos le aguarda «la plenitud. Castilla es para él el paisaje del alma, la soledad. Allí encuentra un territorio propio, aunque no termine de desprenderse nunca del otro: Sevilla le llega a través del aroma del recuerdo, de fragancias e impresiones similares».

La propia María Sanz recuerda haber experimentado algo parecido cuando, a la edad de 12 años, viajó por primera vez con su abuelo a Soria y tuvo la oportunidad de contrastar ambos paisajes, «la primavera de Sevilla con la austera tierra soriana», dice. «También recuerdo que el primer libro de poemas que leí íntegro fueron las Poesías completas deMachado. Desde entonces, he estado siempre muy vinculada a su figura y a su obra», asegura la sevillana.

Y de qué manera: «En el año 90 gané el premio Leonor, que se entregaba el 22 de febrero, coincidiendo con la muerte de Machado. Al ser invierno, Soria me obsequió con una impresionante nevada, y yo nunca había visto caer la nieve», evoca. «Al cabo de los 25 años del galardón, volvieron a invitarnos a todos los ganadores, estuvimos en la tumba de Leonor y se inauguró una placa en la pensión donde se alojó don Antonio. Tiempo después, publiqué Sorianos en Sevilla, mi modesto homenaje a la gente que, como mi abuelo, vino a trabajar y acabó formando una familia y haciendo su vida aquí. Y lo último fue ganar, dos años atrás, el premio Hermanos Machado que publica la Fundación José Manuel Lara», añade Sanz.  

Antes de concluir la conversación, la poeta aprovecha la ocasión para reivindicar, con Machado, el nombre y el símbolo del Guadalquivir florido, ese río que en su opinión «sigue siendo el gran olvidado de Sevilla», lamenta. «No sé si es que el sevillano mira demasiado hacia el centro y se pierde en la estética, dejándose absorber tanto que deja de ver lo que tiene ante sí. ¡Fíjate en cambio el Duero, lo que significa para Soria!», exclama.

«La única ciudad española con un río navegable tendría que ser mucho más consciente de éste. Como dijo alguien, es la calle ancha de Sevilla», prosigue Sanz, quien no obstante reconoce que «antes estaba más descuidado, aunque sigamos sin darle la importancia que se merece. Ya quisieran muchos tener algo así, un río íntegramente andaluz que a cada rato nos trae los aires de Cádiz. es un motivo de orgullo», agrega.

Amante de pasear por su margen, María Sanz concluye: «El río es nuestro padre, el que ha hecho vivir a la ciudad. Habría que mirarse más en sus aguas, son el espejo más bonito que tenemos los sevillanos», apostilla.   

El poema elegido:

Los sueños dialogados

II ¿Por qué, decidme, hacia los altos llanos huye mi corazón de esta ribera, y en tierra labradora y marinera suspiro por los yermos castellanos? Nadie elige su amor. Llevóme un día mi destino a los grises calvijares donde ahuyenta, al caer, la nieve fría las sombras de los muertos encinares. De aquel trozo de España, alto y roque hoy traigo a ti, Guadalquivir florido, una mata del áspero romero. Mi corazón está donde ha nacido, no a la vida, al amor, cerca del Duero... ¡El muro blanco y el ciprés erguido!

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