Un equipo de paleontólogos ha descubierto en Uruguay el cráneo fosilizado de un roedor gigante que debió de tener el tamaño aproximado de un automóvil y un peso medio de una tonelada. El fósil data de hace entre dos y cuatro millones de años.
El animal era tan grande que probablemente pasaba casi toda la vida semisumergido en agua como ocurre con los hipopótamos, para reducir el estrés derivado de su enorme peso. Se cree que el animal pesaba de media una tonelada y los especímenes mayores de la especie podían llegar a 2,5 toneladas, pesos aproximados a los de los hipopótamos. Debía medir unos dos metros de largo y 1,5 de alto, y tenía además unos incisivos de más de 30 centímetros que sobresalían de la boca.
Hábitos.
Según Blanco, los incisivos, muchos mayores que los necesarios en un animal herbívoro, tal vez se utilizaban para derribar árboles o luchar contra los animales de presa.
Otros dientes eran, sin embargo, tan pequeños que impedían seguramente al animal masticar bien la comida, por lo que los expertos deducen que debía de consumir fruta y vegetación no muy dura.
Sus descubridores creen que el hábitat del roedor era normalmente un bosque cerca del agua fresca.
Compartía la tierra con felinos y aves predadoras gigantes que no volaban, pero alcanzaban altas velocidades, y de las que el roedor tenía, tal vez, que proteger a sus crías. El roedor, bautizado Josephoartigasia monesi, fue descubierto por Andrés Rinderknecht, del Museo de Historia Natural y Antropología de Montevideo y Ernesto Blanco, del Instituto de Física de la capital uruguaya.