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Local

El ruido los pone flamencos

Vecinos del Pumarejo denuncian a la academia de la cantaora de Esperanza Fernández.

el 02 nov 2009 / 20:18 h.

Manuel y Antonio, frente a la academia de Esperenza Fernández.

Se acercan las temidas cinco de la tarde y los vecinos del bloque Primero B de la calle Torreblanca, junto al Pumarejo, se preparan para las ya cotidianas cinco horas de temblores en sus viviendas o bien para exiliarse de casa hasta la noche para vivir en el sosiego que no tienen en casa.

A las cinco de la tarde comienzan las clases en la academia de baile de Esperanza Fernández, en los bajos del edificio, donde se dan cita a diario decenas de personas para practicar el arte de bailar y taconear. Y a partir de esa hora todo son temblores en el interior de las viviendas: los vasos tintinean en el interior de las vitrinas, las puertas retumban en sus goznes, los cristales vibran sutil y parsimoniosamente.

"Vine a vivir aquí en 2004 y dos años después abrió la academia. Desde entonces, las tardes son insoportables. No podemos estar en casa, todo retumba, las paredes y las mesas vibran, es imposible estar en casa, ni descansar ni dormir", asegura Manuel Haro, que reside en una de las viviendas del bloque junto a su novia.

Manuel es profesor de instituto y por las tardes tiene que irse a una biblioteca pública para preparar las clases. Los vecinos han denunciado su situación dos veces a la Delegación de Medio Ambiente. La primera, el 6 de marzo. "Como no hubo contestación, denunciamos otra vez el 22 de mayo. Nos contestaron en julio y quisieron venir a medir el ruido un día en que la academia estaba cerrada. Les dijimos que se lo ahorraran y entonces nos anunciaron que iban a venir esta semana [por la semana pasada], pero seguimos sin noticias", asegura Manuel, quien recuerda varias conversaciones con la propia Esperanza Fernández para intentar resolver el problema.

"Pero todo lo que nos dice son muy buenas palabras pero nada más".Fernández no comparte en absoluto la visión de los vecinos: "El local dispone de la licencia en regla y eso tiene que significar que está preparado para la actividad que desarrolla. El establecimiento está insonorizado y en el exterior no se oye nada de ruido. Yo ya no puedo hacer más", asegura.

Antonio Varela es otro de los vecinos afectados. Está en casa sin su mujer ni su nieto. "Han salido porque en casa no se puede estar. Todo retumba", asegura. Lleva viviendo en esta casa 26 años. "Siempre ha sido un sitio muy tranquilo, donde no se oía un ruido y mira en qué se ha convertido. Así no se puede vivir", lamenta.

Antonio asegura que "lo peor es que todos los vecinos del bloque están muy desanimados. Empiezan a temer que esto no tenga solución y están dando ya su brazo a torcer. Pero claro, es que ya llevamos así dos años...".Y las clases de baile de la academia de Fernández no sólo son por las tardes. "También se celebran algunas mañanas y hasta los días festivos. No tiene sentido que por esta situación la gente tenga que irse a la calle y no pueda estar en su casa", se queja Manuel.

"Hemos tenido la mala suerte de que no sea un bar o algo así sino la academia de Esperanza Fernández, una persona famosa y muy reputada dentro del flamenco", afirma Antonio. "Sin embargo -añade-, no puedo irme de aquí. Hay vecinos que están de alquiler e igual se lo pueden plantear, pero yo soy propietario de este piso desde hace 26 años y no me voy a ir, no me van a echar de mi casa".

Los vecinos incluso, aseguran que "el local de Esperanza Fernández comenzó a funcionar sin licencia: abrió en 2006 y no tuvo la licencia hasta el año pasado", un extremo que niega la artista flamenca nacida en Triana, quien insiste en que "en la academia todo está en regla. Ya vinieron los técnicos municipales y realizaron las mediciones de ruido y los resultados salieron correctamente. Si no hubiera sido así -insiste- no me hubieran dado la licencia, ¿no?".

"El problema es que Esperanza Fernández asegura que su local está insonorizado, pero o no es así o no lo está correctamente porque el ruido y los temblores no cesan", explica Manuel.

"Si fuera como ella dice no oiríamos nada y no es así", apunta este vecino, quien detalla que a veces hay en la academia hasta 30 personas dando clases, "sobre todo a última hora de la tarde. Y eso es insoportable".

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