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El San Pedro que sirvió de alfombra

El pintor barroco Pablo Legot (1598-1671), nacido en Luxemburgo y afincado en Sevilla con 12 años, se estrenó como pintor con un encargo del arzobispo entre cuyos cuadros había un San Pedro para la parroquia de Santa María la Blanca de Los Palacios.

el 15 sep 2009 / 10:41 h.

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El pintor barroco Pablo Legot (1598-1671), nacido en Luxemburgo y afincado en Sevilla con 12 años, se estrenó como pintor con un encargo del arzobispo entre cuyos cuadros había un San Pedro para la parroquia de Santa María la Blanca de Los Palacios. Nunca imaginó que la obra acabaría por los suelos y del revés.

El altar mayor de la parroquia de Santa María la Blanca, presidido por la patrona del pueblo, Nuestra Señora de las Nieves, está compuesto por tres pinturas fundamentales: un gran retablo de la adoración de los pastores al Niño Jesús, sobre el camerino de la Virgen, y dos Santos Juanes a cada lado: San Juan Bautista y San Juan Evangelista. Los tres lienzos son obra del pintor Pablo Legot, que comenzó su trabajo tras firmar un contrato con el arzobispo sevillano el 28 de abril de 1629 y que lo terminó seis años más tarde.

En el contrato figuraban además las facturas de otros dos cuadros de dimensiones similares al de los Juanes: un San Pedro y un San Pablo, pero de ellos nada se ha sabido durante siglos. El primitivo retablo debió de ser alterado en 1712 y definitivamente reconstruido en 1865, después de albergar la imagen de la patrona. Desde entonces, nadie se había preguntado por las misteriosas referencias a los otros dos santos padres de la Iglesia en el contrato entre el pintor y el arzobispo. Se dieron por perdidos.

En el almacén. Pero tras la restauración de los cuadros del altar en 2005, por la que recobraron su luminosidad, la hermandad sacramental hizo limpieza en el almacén de trastos centenarios con que cuenta desde siempre la parroquia situado en los altos de la sacristía. Allí, revuelto en el suelo como una alfombra más para sacudirse los pies al salir, hallaron un oscuro lienzo vuelto del revés en cuya enigmática negritud se adivinaba la sombra incierta de un viejo barbudo. Era San Pedro, con un libro y las llaves del Cielo, uno de los cuadros perdidos de Pablo Legot.

Tras su restauración, el lienzo ha recobrado sus intensos colores y la fuerza barroca del claroscuro. Sorprendidos por el hallazgo el propio párroco, José María Guzmán Sánchez de Alva, y el hermano mayor de la Sacramental, José Dorante, quisieron colocar el pródigo cuadro de San Pedro en el recién inaugurado museo de la parroquia, que ocupa precisamente el tenebroso almacén donde apareció la obra en forma de alfombra, pero no había sitio, así que lo han colgado en la sacristía. Ahora sólo queda encontrar el quinto y último lienzo de aquel contrato de 1629 entre el pintor luxemburgués y el arzobispo hispalense: el de San Pablo. El párroco lo busca muy esperanzado y Dorante asegura que darán con él.

Los inicios. Las pinturas de Legot de esta época tienen el mérito añadido de constituir sus primeros pasos como pintor profesional, pues la primera obra que se conoce en la actualidad del artista es la realizada para el antiguo retablo mayor de la iglesia del Salvador de Sevilla, ejecutada en 1631.

Precisamente entonces trabajaba en los cuadros de Los Palacios y Villafranca, antes de trasladarse a Cádiz en 1635, donde, sin abandonar nunca su labor artística, sería nombrado alguacil fiscal del Real Almirantazgo.

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