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El Santo Padre censura el aborto, la eutanasia y el matrimonio gay

el 07 nov 2010 / 21:15 h.

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Vista general de la Sagrada Familia durante la celebración de la misa en el templo catalán.

Tres siglos han pasado desde que se colocara la primera piedra. Era 1882 cuando Antonio Gaudí veía crecer la iglesia de la Sagrada Familia que había diseñado para la ciudad condal. Ayer Benedicto XV consagraba este templo, aún en construcción -al ritmo actual será terminado hacia 2026-, como basílica menor. Al igual que en su estancia gallega en la jornada del sábado, el Santo Padre aprovechó su homilía, ante los Reyes y otras autoridades que llenaban la nueva iglesia catalana, para enarbolar el discurso de la familia "natural" (hombre-mujer), para la que pidió ayuda y protección, así como para las mujeres.

"La iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización", señaló, "y para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado".

Según prosiguió el Pontífice, "el amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural". Se trata, continuó el Papa, de "progresos morales", pues "sólo donde existen el amor y la fidelidad nace y perdura la verdadera libertad".

Las reacciones a estas afirmaciones no se hicieron esperar. Así, un grupo de Mujeres Progresistas pidieron al Papa "que incluya al hombre al citar las tareas del hogar, al considerar éstas una carga de trabajo excesiva que ha de ser compartida".

Con un tono firme, Ratzinger criticó además la ley del aborto [cuya última modificación ha sido aprobada recientemente por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero] al pedir "que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente".

En ese punto del discurso, el Papa dejó además ver su oposición a la eutanasia y, criticó veladamente la adopción de hijos por parte de las parejas homosexuales, al afirmar: "La Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana, y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar".

Basílica menor. Parte de la homilía estuvo marcada por sus reflexiones sobre Gaudí, creador de la Sagrada Familia, un templo en construcción desde hace 128 años y que fue concebido para expiar los pecados de la Barcelona anarquista y revolucionaria de finales del XIX. El Papa definió a Gaudí como "arquitecto genial y cristiano consecuente", y recordó que mantuvo "la antorcha de su fe ardiendo hasta el término de su vida".

La homilía comenzó con un párrafo en catalán, con el que Ratzinger saludó a los Reyes; al arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, a los cardenales y obispos presentes y a las autoridades nacionales, autonómicas y locales.

Su discurso bilingüe fue aplaudido por los partidos nacionalistas. Así, el vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, Josep Lluís Carod-Rovira, afirmó que "un Papa alemán ha hecho más por el catalán y su proyección internacional que cualquier presidente español".

Tras el saludo, Ratzinger explicó que la consagración de la Sagrada Familia y su concesión de basílica menor es "el punto cumbre y la desembocadura de una historia de esta tierra catalana que, sobre todo desde finales del siglo XIX, dio una pléyade de santos y de fundadores, de mártires y de poetas cristianos". Una nueva alusión, esta vez más suave, a la Guerra Civil.

Tras impartir la comunión a la Reina (el Rey se abstuvo de comulgar), el Papa cerró la celebración con una nueva alocución en catalán, confiando a los presentes a la protección "de la Mare de Déu, Maria Santssima, Rosa D'abril, Mare de la Mercé".

Según la Conferencia Episcopal 6.500 personas siguieron la ceremonia en el interior de la basílica, 36.000 fuera y otras 14.000 en la plaza monumental de Barcelona a través de pantallas gigantes instaladas.

La jornada transcurrió sin incidentes de seguridad. Al igual que ocurriera en Santiago de Compostela, su visita ha encontrado tanto el calor de los fieles y seguidores (según la Policía al final fueron 250.000 de los cerca de 400.000 que se preveía que abarrotarían las calles de Barcelona) y la oposición de ciertos colectivos, como las organizaciones de homosexuales. Dos centenares de gays y lesbianas escenificaron su rechazo al Papa con una besada masiva al paso del papamóvil.

Ya por la tarde, en su visita al el centro de atención católica a niños con discapacidades Nen Déu, Benedicto XVI tildó de "imprescindible" que los desarrollos tecnológicos en el campo médico "nunca" vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana. Aprovechó la ocasión para pedir a las autoridades que trabajen para los más desvalidos en estos tiempos de crisis. Fue su discurso más social en una cita que finalizaba en el Prat con un nuevo mensaje: que los españoles vivan "como una sola familia".


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