Las cementeras están padeciendo los daños colaterales del desplome del sector del ladrillo. El consumo ha caído un 43% en noviembre respecto al mismo mes de 2007 y las perspectivas para el año que viene no son nada halagüeñas. La industria ve en la exportación una salida contra la destrucción de empleo.
La capacidad de producción de la industria cementera en Andalucía es de ocho millones de toneladas anuales. El año pasado el consumo en la región fue de 10 millones, por lo que había necesidad de importar parte del producto. Este año, debido al fuerte desplome que padece el sector de la construcción, la demanda de este material no superará los 7,5 millones, por lo que la exportación se antoja a los representantes del sector como la mejor opción para amortiguar la crisis y no acabar con la supresión de puestos de trabajo, como ha sucedido con el cierre de la planta de Holcim en Torredonjimeno (Jaén).
"Queremos hacer una apuesta por las exportaciones, lo que sucede es que tampoco hay demanda internacional, ya que la crisis es global", destacó ayer el presidente de la Fundación Laboral Andaluza del Cemento y el Medio Ambiente (Flacema), Tomás Azorín, durante la presentación de la memoria anual de esta asociación. En este contexto, demandó que las administraciones "fomenten las ventas en el extranjero y revisen que la competencia exterior cumpla con los mismos requisitos que nosotros, para que sea más justa".
Este año, la exportación ha ganado peso. De hecho, las importaciones han caído un 37% y las ventas en el exterior se han disparado de las 17.000 toneladas en 2007 a las 541.000 de este año.
Los números no dejan lugar a dudas. El sector cementero se está viendo arrastrado por la caída de la construcción. De hecho, el consumo de este material se ha desplomado un 43% en noviembre respecto al mismo mes del año anterior. El descenso acumulado de 2008 hasta el mes pasado fue del 24%. Y la recuperación no será en 2009, según Azorín.
"No hay soluciones mágicas y no se puede decir que se vayan a mantener todos los puestos de trabajo, ya que nadie puede asegurar que esté todo resuelto", apuntó. De hecho, la fundación que preside prevé que el descenso del consumo durante el próximo año se eleve un 20%, hasta los seis millones de toneladas, una cifra que no se alcanzaba desde hace 10 años.
