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El sello español de Ponzi

Tan cierto como la existencia del día o la noche, es que el escándalo Madoff no será el último que veremos. Dado el escaso ardor regulatorio de los organismos internacionales y gobiernos de diversas ideologías, es probable que veamos en un futuro inmediato...

el 16 sep 2009 / 06:25 h.

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Tan cierto como la existencia del día o la noche, es que el escándalo Madoff no será el último que veremos. Dado el escaso ardor regulatorio de los organismos internacionales y gobiernos de diversas ideologías, es probable que veamos en un futuro inmediato otro ejemplo de avaricia mezclada con estupidez humana. Por este colosal fraude, se ha recordado bastante el antiguo escándalo de la pirámide de Ponzi. Una colosal estafa de un inmigrante italiano en los Estados Unidos, de más de dos millones de dólares de los años 20 del pasado siglo. Su promesa comercial era "doblar el valor de la inversión en tres meses", su máxima interna era "roba a Peter para pagar a Paul", su mensaje mediático consistía en "no obtengo placer en gastar dinero en mi mismo, sino en hacer algo bueno con él". Se calcula que consiguió una fortuna cercana a los 8,5 millones de dólares de la época.

Este irrefrenable emprendedor pensó en hacerse intermediario de exportaciones e importaciones, pero dado que no contaba con demasiados contactos, pensó en imprimir folletos con los que ofrecer sus servicios a clientes potenciales. El problema era que los gastos postales, antes de generar una sola comisión, eran insoportables.

Entonces, ideó un plan audaz. Pensó en una publicación de unas cincuenta páginas que titularía "La guía del comerciante". Insertó anuncios, en los que hablaba de las ediciones en inglés, francés, italiano, alemán, español y portugués. Fue al banco a pedir un crédito para lanzar esta publicación, pero no se lo concedieron. Cuando ya estaba decidido a renunciar, recibió una carta de Barcelona en la que se pedía que le enviaran esa Guía. En una esquina de la carta se adjuntaba un sello para envíos postales internacionales, para poder recibir el libro en España sin coste para el editor.

Pero Ponzi, en vez de ver un simple sello, lo imaginó como un mundano pero sofisticado instrumento financiero. Intuyó que el valor facial del sello estaba afectado por las fluctuaciones del tipo de cambio entre divisas. Empezó a pedir dinero prestado a todos los que conocía, empeñó sus escasos bienes, y compró todos los sellos españoles y franceses que pudo. Empezó a acumular dinero ajeno, ofreciendo beneficios rápidos y garantizados. Una pirámide frágil y vulnerable, basada en especulación financiera, sellos y beneficios muy superiores a los que ofrecía el propio mercado. ¿Les suena?

Ponzi lo inventó en 1919, hace 90 años. Una historia tan antigua como repetida a lo largo de décadas. Algo tan clásico que provoca extrañeza, por su reciente recuerdo mediático, después de Madoff y con todo lo que está pasando, el tan escaso interés general en reformas que dificulten este tipo de fraudes. Un ambiente tan indiferente que, como decía al principio de este artículo, tan cierto como el día o la noche, por desgracia, el escándalo Madoff no será el último que veremos en nuestras vidas.

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