Un gol de Renato en el minuto 84 acabó con un partido de locos que el Sevilla tuvo en su mano en el ecuador y luego, por culpa de su escasa ambición tras el descanso, puso seriamente en riesgo. Los dos penaltis no señalados a favor del Real Madrid, sus dos tiros al palo y la expulsión de Robben fueron determinantes.
La victoria permite al equipo de Manolo Jiménez situarse en puestos de Liga de Campeones, desplazando de los mismos al conjunto de Bernd Schuster, cuyo futuro se complica. Además, este triunfo debe servir para que el Sevilla sepa que no puede conformarse nunca, porque ayer, ganando por dos goles de ventaja, estuvo a punto de volver a irse con la cabeza baja. Esta vez, sin embargo, las cosas le salieron bien, y Renato, de nuevo protagonista en el Bernabéu, decidió.
Entre las enormes facilidades que recibió de este Real Madrid todavía entrenado por Schuster y que supo jugar sus bazas en ataque, sabiendo cuándo imprimir velocidad y cuándo tocarla sin prisa, el Sevilla se fue al descanso con la victoria en su mano. Por 1-3 ganaba después de que Adriano, rematando en el segundo palo tras un error de Casillas en su salida; Romaric, cabeceando una falta que sacó Renato; y Kanouté, batiendo por bajo al portero solo, como si se hubiese tratado de un penalti, convirtieran el Bernabéu en un polvorín que pedía a gritos la dimisión de su presidente y silbaba el juego de su equipo.
Para lograr esa renta, sólo mitigada por Raúl, que neutralizó el tempranero gol de Adriano, el Sevilla se aferró a un juego serio en defensa de todos sus futbolistas y a una efectividad demoledora. Romaric apareció para dirigir el juego alternándose con Renato. Entre ambos habilitaron a los hombres de banda, bien respaldados por Konko y Fernando Navarro, que no dudaron en irse al ataque viendo que este Real Madrid absolutamente perdido y excesivamente ansioso bajo el aguacero que caía era incapaz de frenar a los de Jiménez. Encomendado a la sangre de Raúl, a los disparos de Van der Vaart y a las internadas de Robben, el Sevilla vio pronto que si era capaz de contrarrestarlos, la victoria no se le escaparía.
Pero no fue así. Su planteamiento tras el descanso fue un enemigo. Limitándose a esperar al Real Madrid, lejos de cerrar filas dejó huecos, sus líneas se separaron y comenzó a sufrir todo lo que no había sufrido hasta el paso por vestuarios. Higuaín recortó distancias con un chut que nadie logró evitar poco después de que González Vázquez, pésimo ayer, no castigara un penalti de Escudé sobre el argentino. Perdido y sin la intensidad de antes, el Sevilla comenzó a deambular, se limitó a defender y así, ante un equipo con futbolistas de calidad, es imposible. Y lo pagó. Gago, en un error defensivo, empató el choque apenas dos minutos más tarde. El Bernabéu pasó de pitar a los suyos a empujarles hacia el área de Palop, clave con su gran actuación, evitando una debacle inesperada. Los postes (uno de Robben, espectacular ayer) y otro de Higuaín sonrieron al Sevilla. El holandés, además, se fue a la calle por doble amarilla y con él se fue también el Madrid. Y apareció Renato, que no perdonó y sentenció aliándose otra vez con Kanouté en el Bernabéu.