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El Sevilla deja vivo al Valencia

Si antes del partido un 3-2 en Mestalla habría sido a buen seguro acogido de buen grado, tras lo visto ayer el Sevilla no puede sino lamentarse de su papel en Valencia. Dejó ir un partido -veremos si la eliminatoria- en los minutos finales cuando tenía pie y medio en las semifinales. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 21:32 h.

Si antes del partido un 3-2 en Mestalla habría sido a buen seguro acogido de buen grado, tras lo visto ayer el Sevilla no puede sino lamentarse de su papel en Valencia. Dejó ir un partido -veremos si la eliminatoria- en los minutos finales cuando tenía pie y medio en las semifinales.

A diez minutos del final del partido los jugadores sevillistas tenían caras de semifinalistas de la Copa del Rey. Ganaban 1-2 en Mestalla y estaban incluso cerca del 1-3. Cuando pitó Undiano Mallenco el final los jugadores sevillistas tenían caras de marionetas de trapo, zarandeadas en cinco minutos y despojadas de toda su firmeza. La firmeza que le faltó al equipo cuando tuvo el partido en su mano y se lo sirvió en bandeja al rival para que, cuando estaba ahogado, tomara aire y llegue a la vuelta con ventaja. Exigua y relativa, sí, pero ventaja al fin y al cabo. El resultado no es malo para los nervionenses, a los que les bastaría un 1-0 en el Pizjuán, pero pudiendo haber sentenciado la eliminatoria...

El Valencia tuvo un buen final y un buen comienzo. Se fue a por el partido desde el inicio y lo encontró rápido (5'). Y no porque Silva y Vicente buscaran a Mosquera siempre, sino porque a Adriano le dio por hacer la gracia de la noche y regaló el 1-0 con una cesión incomprensible. Para colmo, fue a darle la pelota ni más ni menos que a Villa, y claro, pasa lo que pasa, que el internacional español no perdonó antes de irse lesionado (18'). Adriano rompió todos los esquemas del partido. Había que reinventarlos.

Pero ni la creación ni la invención fueron virtudes ayer de Maresca y Romaric, que volvieron a estar lentos y espesos. El resultado, hasta el descanso, fue el atasco monumental del juego sevillista, cuyo pobre bagaje fueron dos tiros lejanos de Luis Fabiano (18' y 43') que sirvieron para confirmar que Guaita podía ser novato, pero no manco.

La segunda parte fue otra historia porque el Sevilla, con un Capel rápido y enchufado (salió por el lesionado Navas) metió velocidad al partido y lo cambió. La prueba es que antes del empate de Luis Fabiano (52') ya Renato (50') y el mismo Capel (51') tuvieron dos claras ocasiones. Un Sevilla metido en el campo contrario, incluidos los laterales, agobió al equipo local hasta tenerlo casi noqueado. Luis Fabiano, Renato y Capel se hicieron amos del partido. En una combinación de los dos primeros llegó el 1-2, pero no por méritos suyos, sino por la mano que echó el asistente de Undiano Mallenco, que validó un gol de Adriano en claro fuera de juego (67'). Fueron los peores momentos de un Valencia que habría enloquecido si Maresca materializa una clara ocasión ante el dubitativo Guaita. Pero el italiano, que pudo poner a su equipo con pie y medio en semifinales, perdonó (76').

Y el Sevilla lo pagó. Se vio tan cómodo, tan superior por fases, que se relajó, y los dos goles que complican la existencia nervionense fueron claros ejemplos. El de Baraja en un claro desajuste defensivo (83') y el de Mata, que cerraba el encuentro, en otro regalo imperdonable de Romaric (86'). Tal como estaba el partido, el final le vino bien al Sevilla, que de verse en semifinales se viene con un resultado que, si no malo, pudo ser infinitamente mejor.

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