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El Sevilla firma su pase virtual a las semifinales de la Copa del Rey (0-3)

El equipo de Manolo Jiménez cambió por completo su cara de las últimas semanas y pasó por encima del Deportivo. Negredo, Renato y Jesús Navas marcaron. 

el 20 ene 2010 / 23:53 h.

El Sevilla firmó su pase virtual a las semifinales de la Copa del Rey tras pasar por encima del Deportivo en Riazor, donde ofreció una cara muy diferente a la que se le ha visto últimamente y dio un alegrón a su afición. Sólo una auténtica debacle podría hacer que el equipo de Manolo Jiménez dejase escapar la renta de tres goles con la que afrontará el partido de vuelta dentro de una semana. La victoria, por sí misma y por la forma en que se produjo, trabajada, con inteligencia y con acierto, debe servir también para hacer borrón y cuenta nueva y cambiar la dinámica.

El Sevilla ha convertido la Copa en su gran objetivo tras la eliminación de rivales como Barcelona, Real Madrid o Valencia. Su nuevo sueño comenzaba anoche y la respuesta del equipo no ha podido ser más brillante. La afición está de enhorabuena y toca disfrutar el momento.

Desde el inicio, el Sevilla dejó muy claro que está decidido a llegar a la gran final. Frente a un Dépor plagado de lesionados y de titulares en el banquillo por decisión de su técnico, tuvo siempre más argumentos para hacerse acreedor de la victoria: dominó más tiempo la pelota y supo qué hacer con ella; supo mantener la calma para atacar la defensa de cinco que planteó el conjunto gallego y, sobre todo, tuvo acierto, esa pegada que tanto se echa de menos. A los 26 minutos, Negredo aprovechó un gran pase picado de Jesús Navas -Jiménez situó a éste de media punta por el centro- y la bondad de Manu, que se durmió y no salió a tiempo, para inclinar la balanza.

Lo de Jesús Navas sigue siendo todo un espectáculo. El palaciego hizo mucho daño en esa demarcación y en banda, donde por momentos se alternó con Renato. Ver cómo se fue de Filipe, internacional brasileño, haciéndole un caño de tacón tras frenar en seco dejó claro el estado de gracia del canterano, inagotable pese a que lo juega absolutamente todo. Fue, junto a Diego Capel, pleno de desborde en la primera parte, uno de los baluartes del Sevilla en la noche de ayer.

EL DÉPOR SE LA JUGÓ Y LO PAGÓ. El Deportivo, no obstante, demostró que pese a sus numerosas lesiones y a la decisión de Lotina de dejar a futbolistas como Aranzubia, Manuel Pablo, Colotto, Juca o Pablo Álvarez en el banquillo también quería llegar lejos en la Copa. Su mejor ocasión terminó con el balón repelido por el palo, tras un centro de Filipe que Juan Rodríguez cabecea con un potente salto. Era el minuto 35. La suerte sonrió en ese momento al Sevilla, que poco antes había tenido la eliminatoria en su mano. Un jugadón de Diego Capel, dejando atrás a todo aquel que le salió al paso, le permitió asistir a Negredo, pero éste, dentro del área, chutó desviado.

Entre una cosa y otra, la eliminatoria seguía abierta, porque si en la primera parte el Sevilla había dejado escapar la oportunidad de dejarla casi sentenciada, en los primeros compases de la segunda hizo lo mismo. Una buena jugada de Stankevicius y Jesús Navas dejó solo a Capel, pero éste también remató fuera cuando se cantaba el gol. Replicando, el Dépor tuvo otra buena ocasión en la que Juan Domínguez no llega a empujar un centro de Juan Rodríguez por muy poco. El Sevilla se había replegado con el 0-1, a la espera de dar otro golpe a la eliminatoria en una contra.

UN ATAQUE DEMOLEDOR. Y lo hizo, aunque no dio otro golpe, sino hasta dos. En el minuto 69, el equipo de Jiménez ganaba 0-3 después de que primero Renato, cabeceando impecable un gran centro de Perotti, y dos minutos más tarde Jesús Navas, empujando un pase de Negredo tras una buena acción individual de éste, dejasen al Deportivo con un palmo de narices.

La entrada del argentino por Capel fue acertada, pese al gran encuentro del almeriense. Entre ambos hicieron de la banda izquierda una auténtica baza para encarrilar el pase. Mientras en defensa el nivel mejoró hasta ser muy bueno, en ataque el Sevilla acabó siendo una pesadilla para los gallegos.

De hecho, incluso pudo haber hecho más daño si Luis Fabiano, que reapareció de manera casi testimonial cuando ya ni lo esperaba, no hubiese fallado una clara ocasión. Jugando con esta seriedad, todo es posible. Es momento de disfrutar.

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