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El Sevilla ni destruye ni construye

el 07 feb 2010 / 22:08 h.

Al Sevilla ayer le fató de todo, táctica y físicamente. El equipo mostró una alarmante falta de intensidad y de concentración, algo que es recurrente esta temporada tras un partido importante como el del pasado miércoles. Y lo pagó, lo pagó justamente porque nunca pudo inquietar a Carrizo.

El Zaragoza le ganó claramamente la partida al Sevilla en los primeros 45 minutos porque los desajustes defensivos nervionenses fueron continuos. Jiménez, con un centro del campo destructivo en teoría, quiso achicar los espacios y atosigar a la medular maña, pero el resultado, por dejadez de los mismos futbolistas o por error en el posicionamiento, fue el contrario. Pese a los pocos espacios que otorgaba la adelantada defensa sevillista, los centrocampistas del Zaragoza tuvieron libertad para tocar la pelota, sobre todo porque Duscher y Lolo nunca llegaron de verdad a tapar la fuente de elaboración del Zaragoza. Menos aún cuando Colunga y Suazo venían a recibir y buscaban la pared, en la que siempre ganaban por velocidad.

En la segunda parte el Zaragoza vivió aún más cómodo. Se parapetó atrás y el Sevilla pecó de previsible. Sólo intentó penetrar por las bandas –de ahí los cambios–, los maños las taparon bien y jugó a velocidad de tortuga No hubo más recursos, salvo el balonazo. Nefasto partido.

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