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El Sevilla se arrastra en Villarreal

El equipo nervionense, sin espíritu y muerto físicamente, cayó ante el conjunto amarillo de forma tristísima en el debut de Álvarez en el banquillo.

el 28 mar 2010 / 19:31 h.

Parecía imposible después de ver los partidos ante el Espanyol y el Xerez, pero ayer el Sevilla se superó en Villarreal. Cayó de forma contundente en un partido patético, lamentable, esperpéntico. Por momentos las diferencias entre uno y otro equipo fueron abismales, si no fuera por las camisetas, los nervionenses habrían pasado perfectamente por un equipo de menor categoría. Desconcentrado en defensa, indolente en el medio del campo y nulo en ataque, desde el pitido inicial dio por perdido el encuentro. Suerte q    ue tuvieron algunos sevillistas si optaron por echarse a la calle el Domingo de Ramos y olvidar el encuentro de su equipo. Pero lo triste es que da la impresión de que lo peor no ha llegado aún. El equipo está roto físicamente, no se sabe si por la mala gestión de su ex entrenador o por la nefasta planificación de sus preparadores. El caso es que no da el mínimo para jugar al máximo nivel. Y eso es peligroso, muy peligroso para lo que resta de temporada, en la que ya no sólo peligra la Liga de Campeones, sino también la Liga Europa. Necesita como el comer más trabajo físico, y no sería mala idea realizar una mini pretemporada para intentar llegar dignamente hasta el final de la temporada.
Un claro ejemplo de esa deficiencia es el centro del campo. Apostó Antonio Álvarez para esa zona del campo por una pareja un tanto controvertida. Cierto que no hay muchos efectivos de calidad a los que recurrir en ese puesto, pero contar en estos momentos con Romaric es empezar a perder el partido desde la caseta. Su dantesco espectáculo, al alimón con Renato, fue la principal causa de que el Villarreal campara a sus anchas sobre el césped de El Madrigal. Tanto el marfileño como el brasileño perdían continuamente la posición, apenas defendían, escurrían el bulto cuando podían y luego con la pelota, cuando no la perdían, lo único que aportaban era lentitud e indolencia. Precisamente una carrera de tortuga del africano propició que Rossi le tomara ventaja en una contra e hiciera el primero nada más empezar (5’).

Si el centro del campo del Sevilla era una autopista, sin peaje, para los jugadores amarillos, las bandas bien eran dos autovías por las que tanto Rossi como Nilmar encontraban poco tráfico. Precisamente el brasileño buscó bien su hueco en el costado para meter un centro al área que se comió Palop, que se volvió a unir a los despropósitos, y aprovechó Llorente (2-0, m. 17). Los locales encontraron superioridades con la movilidad de sus tres puntas y de sus tres centrocampistas, una movilidad que en este Sevilla actual, roto físicamente, es una quimera. Por eso, el estatismo de los delanteros también contribuyó a los continuos choques contra el muro castellonense cuando el Sevilla intentaba irse arriba. En esa faceta apenas logró mantener la pelota con sentido en un par de ocasiones. Aún así, merced a un balón directo, el equipo nervionense pudo acortar distancias, pero Luis Fabiano, que tampoco está en su mejor versión, falló lo que habitualmente nunca falla, ni debe fallar (26’).

Afortunado fue el Sevilla, en cualquier caso, por marcharse al descanso con sólo dos tantos en contra, aunque también tuvo que ver el egoísmo de Rossi (35’). Tras el descanso, Álvarez intentó reaccionar desde el banquillo. Dio entrada a Kanouté por un desaparecido Negredo y el malí intentó participar más en el juego. Pero no fue solución. Él también está en la marea de imprecisión del equipo. Ni siquiera una nueva clara oportunidad, la única y última, despertó al Sevilla. De nuevo Luis Fabiano se quedó solo ante Diego López tras un balón largo y de nuevo falló (47’). No había reacción posible. El Villarreal, cómodo, esperaba bien parapetado atrás, apenas tenía que presionar, los arlequinados perdían solos la pelota. Entonces salían a la contra para intentar rematar el partido.

Tardaron en hacerlo, hasta el descuento concretamente (Pires, 91’), ya que Palop evitó un golazo de Llorente (63’), pero ni un apuro atravesaron. Ni Lolo ni José Carlos aportaron y el Sevilla se acurrucó para esperar el final, un triste y preocupante final.

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